El sin duda escondía la misma cantidad de secretos... tan perturbadores como los de ella, ambos tenían algo en común; habían soportado la misma cantidad de dolor.
Jasmine.
Rojo.
Me queje en la alfombra, mirando alternadamente a mi atacante; solo me quedaba la opción de quedarme callada en la alfombra, la otra opción sería correr pero sería un golpe mucho peor. La sangre seguía cayendo de mi labio, sin intención de parar.
-Mañana irás al bar y harás lo que te dije, no servirás malditos tragos, asi que mirame y escuchame bien, Mine, si no te veo bailar juro que esta vez no te dejaré tan bien como hoy.
Mine... sin duda siempre odiaría ese maldito apodo; todo lo que el me haya dicho alguna vez lo odiaría por el resto de mi vida.
Esa noche llegó borracho pero aun era consciente para dejarme encerrada en mi cuarto, hubieron demasiadas veces en las que intente axfisiarlo cuando era pequeña y contaba con exactamente cinco o seis años, mi madre me había abandonado, mi padre estaba aun en la carcel, mi hermano estaba desaparecido, y ese caluroso sábado en la mañana fue a la unica persona que encontraron abandonada en la casa siendo quemada, me dejaron a custodia de él, Jean, mi tío; un hombre enfermo de la casa, pedófilo, torpe, alcoholico, pero jodidamente rico, solo por una semana tuvimos que ir ambos a casa de su prima, ahora estabamos en la gigante mansión, donde siempre hemos vivido.
Una vez que termine los deberes, lo recordé, se parecía demasiado a los rasgos de mi padre y a los de Collin; mi hermano.
Los ojos azules y el cabello rizado y castaño oscuro, altos, con musculatura, la ultima vez que lo había visto me había prometido llegar por mi, luego ellos se lo llevaron... se que eran matones de Jean.
Theodore Goldstein.
El sabía perfectamente que me sacaba de quicio en todo el sentido de la palabra. Me traía malos recuerdos, me recordaba a mi padre y hermano.
Pronto me quede dormida.
Lunes en la noche; me había puesto los jeans oscuros y un crop top azul, tome las llaves de la moto. El viento golpeo mi rostro al salir de casa y me coloqué el casco, acelere y doble en la esquina de camino a lo que era mi maldito trabajo, por muy millonario que fuera Jean, nunca me ha dado de su dinero, a parte dw que tiene unas deudas incontables y que con el dinero que tiene no las puede pagar, me ha obligado a ir a ese maldito bar por las noches, para bailar y recibir dinero de extraños borrachos, servir tragos, los fines de semana el trabajo es de mecanica, y algunas veces pelear; arreglo coches y ayudo a la prima de Jean. A esa maldita zorra estupida tengo que ayudar, o si no me matan. Simple. No es como si me importara realmente recibir una bala entre ambas cejas, pero quiero tener dieciocho y escapar porque se que luego no lo vere más, es la promesa que me hizo y se que es un hombre de palabra.
Meneo las caderas y desciendo hacia abajo por el tubo, escalo por ella, arqueando mi espalda y luego alzandome lentamente pegando mi pecho al frío metal.
La canción suena de fondo, otra canción que odiar.
Me visto ajena a lo que pasa por andar metida en mis pensamientos no me doy cuenta de los besos en el cuello, me alejo bruscamente y Jean suelta una risa ronca.
-Toma. - Jean me pasa el dinero que guardo en mi cartera, y lo miro de reojo.
Odio a los hombres, los odio por las malas experiencias que he tenido con su masculinidad, Jean me pega a la pared y me mira a los ojos. Es alto de cabello negro y ojos verdes, tez blanca, alto y musculoso, de treinta y seis años.
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Hasta el final de los tiempos.
RomanceJasmine Slevin no es precisamente el tipo de chica normal, es bastante fría y un tanto... peculiar, con exactamente diecisiete años, va en su ultimo año de escuela y lo unico que quiere es poder escapar de las garras de Manchester. Obstáculos. Es es...