01

3.7K 171 5
                                    

Nueva York, 1947.

La almohada estaba empapada de sudor cuando un joven Charles se despertó de una de sus tantas pesadillas. Hacía varias noches que no podía dormir como era debido, Raven tampoco podía. Era extraño, ahora no solo convivían juntos sino que soñaban casi lo mismo. Ninguno de ellos creía haber creado un lazo tan fuerte hacia el otro en el poco tiempo que llevaban conviviendo juntos (ya casi dos años) como para tener esa conexión.

El joven Charles se encontró también, como siempre, a una pelirroja bajita de escamas azules que lo miraba frunciendo el ceño detrás de la puerta entreabierta.

─¿Seguro que no lo hiciste tú? -Preguntó Raven.

Charles negó un poco, incorporándose en la cama. Palmeó un poco el hueco que le había hecho para su amiga. Ella desconfiaba de Charles; podría haberlo hecho sin querer.

-Estoy seguro, Raven.

-Entonces está asustada. Ella, la chica de la pesadilla. Quiere comunicarse con nosotros.

-Si es verdad que nos provocan esto-Contestó Charles con pena en la voz-. No sabemos nada de ella, es peligroso.

Raven asintió y su cabello pelirrojo ondeó con el aire. Charles no advirtió en ello, sentía a alguien cerca, a alguien extraño. Y por primera vez en la última semana la ansiedad por hacer algo, algo que aún no sabía, desapareció. Antes estaba en tensión constante, los dos lo estaban pero las ojeras solo se hacían presentes en Charles. De repente, el ambiente que los rodeaba como una manta desapareció, haciéndose casi invisible.

-¿Has notado eso? -Preguntó Raven, Charles asintió con la cabeza mientras intentaba asomar un ojo entre las cortinas de seda de su habitación.

La vio de repente, si no hubiese sido por la luz amarilla de una farola ni siquiera hubiese percibido que estaba ahí. No pudo distinguir mucho: un par de ojos azules fulminantes que destacaban en la oscuridad y una larga cabellera negra que parecía la extensión en 3D de su sombra. Tres segundos después ya se había difuminado con la oscuridad. Charles se asomó a la ventana apoyándose en el alféizar. Le daba curiosidad, curiosidad y felicidad. Todo aquel que tuviera algún poder extraño como el de Raven y el suyo eran más que bienvenidos a la mansión. Todo lo que pudo ver gracias a la luz fueron un par de gotas de un líquido oscuro que parecía sangre.

Charles bajó corriendo por las largas escaleras y estuvo a punto de tropezar varias veces. Raven le siguió confundida lo más rápido que pudo. Cogieron un par de linternas, estuvieron buscando varios minutos hasta que sintieron demasiado frío y un par de aullidos de perros lejanos. Fuera quién fuese ya les había dejado tranquilos, aunque ahora Charles se encontraba más tenso que antes. Sentía una punzada de culpabilidad por si le pasaba algo, había que caminar demasiado para llegar al pueblo más cercano.

Se dejó de escuchar el ladrido de los perros, habían encontrado a su presa.

KUIPER •Charles Xavier•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora