-Vivo en un pueblo apartado de la ciudad, a la Rubiera de un río en Inglaterra, me llamó Luke-
Así después de decir esto un chico no muy alto, de aproximadamente metro setenta y cinco de altura, moreno, de pelo largo, con unas facciones tan marcadas que le daban un aire interesante. Una nariz corta pero gorda, un olor a Don algodón inundaba la sala a la que Luke entró por primera vez, acaba de mudarse al pueblo, debido a la muerte de sus padres, vivía con sus abuelos.
-Muy bien - Decía la señorita Isabel - Sientese donde gustes-
Luke camino hasta su sitio y se sentó, saco un folio y un boligrafo y empezó a tomar apuntes.
Cuando las clases terminaron el volvía a casa, su casa se situaba en la parte más externa del pueblo, para poder ir hasta ella tenía que cojer un camino pequeño que le conducía directamente y exclusivamente hasta su casa. Era grande, o así lo parecía desde fuera, con un bonito jardín qué tantos años le costó confeccionar a su abuela Matilda, con robustos árboles que no se movían por mucho aire que hacia.
-He vuelto- Dijo el según cerro la puerta a sus espaldas.
-¿Como fue tu día Luke?- Le preguntó su abuela, esta tenía puesto un delantal debido a que era la hora de la comida.
-Lo de siempre abuela, no paro de pensar en mis padres- dijo el con un tono bajo y desperanzado.
-No te preocupes, es normal es reciente, y tus padres no se merecían dejar este mundo tan derrepente. Ve a cambiarte que la cena esta casi lista hijo- Matilda se da la vuelta y vuelve a la cocina.
Luke sube a su habitación, estaba pintada de un color blanco, un blanco claro y nítido. La ventana daba a la parte trasera, y se veía el horizonte y el espejo follaje de los árboles que rodeaban la casa. En su habitación reinaba el desorden, todas las cajas de su ropa, sus pequeños objetos de la vieja casa estaba en ellas. Con tantas cosas que tenía Luke en la cabeza, no tenía tiempo de reordenar todo.
-Nieto, estas muy serio,¿Que te pasa?- Le decía Charls, si abuelo, qué para la edad que tenía de conservaba tan fuerte como los árboles wue estaban en la entrada de la casa.
Un silencio
No le salían las palabras.
Terminó de comer y se encerró en su habitación.
-¿Cuanto tengo que seguir sufriendo?- Murmuraba en su habitacion solo- ¿Que hice yo para merecer esto?-
A la noche, una fuerte tormenta le hizo sobresaltarse, sudando y con una cara desemcajada del miedo, se levanta al baño a lavarse la cara, y así refrescarse.
Al volver a la cama, un sentimiento de soledad rellenó la estancia, entre el silencio de la noche, se escuchaba el golpe de las gotas contraseña las tejas, el fuerte viento sobre las ventanas y el tedioso tic tac del reloj de mesa wue tenía encima de su escritorio.
Ese sentimiento de soledad que rellenaba la sala, se adueñó de Luke, haciendo qué no pudiera conciliar el sueño.
Se acordaba de su madre, como solía decir el, cada año que pasaba más guapa y joven estaba. Su madre tenía el pelo corto, rizado y negro como el carbón, con pequeños tintes marrones que se veían a la luz del sol. Una sonrisa que siempre estaba en su cara, era la reina de la casa, la alegría del huerto. Su padre, un hombre recto, de apariencia sería y intimidante, con la misma exactitud que una imagen es reflejada en el espejo, el padre lo hacía en Luke. Eran dos gotas de agua.
Un día más Luke apagaba el despertador y con poco ánimo, se vesria, desayunaba y marchaba de nuevo a clase.
Siempre iba escuchando música. El decía que la música es la única cosa que le sigue dando ganas de vivir, que el día que deje de sobra música, si pequeña luz que cada día brillaba me os, dejaría de luz, y se llevaría el último trozo de Luke a donde quieran qué vayan los trozos rotos de una persona.
-Hola-Dijo una chica rubia de ojos azules, que llevaba un buen rato observandole- ¿Tu eres el nuevo no? Me llamas.o Rosa, encantada - Sonrió
-Si, yo me llamo Luke soy nuevo aquí asique no conozco mucho este lugar ni a mucha gente- Luke la miraba con una mirada nerviosa y temerosa- Encantado yo también de conocerte, ¿Vas a mi clase?-
-Si, estoy dos mesas más adelante de la tuya- Le respondió con vitalidad.
Rosa era bajita, rubia, ojos azules, de carácter fuerte pero encantadora, amable, sencilla, enamoradiza y muy extrovertida.
Al llegar a clase volvió a sentarse en su sitio e hizo lo mismo que el dia anterior, pero esta vez no tomaba apuntes, escribía una carta a un ex novio de cuando vivía en la ciudad.Querido David:
Se que es complicado estar tan alejados, pero no podía continuar viviendo en esa casa, esta llena de olores que te inducen recuerdos, recuerdos qué te remueven las entrañas; fotos, imágenes, cuadros etc.
Me fui sin decirte nada, no quería una amtag despedida, bastante amarga ha sido ya sin despedirme de nadie.
Te extraño mucho.
Siempre tuyo.
Luke
Guardó la carta y en el almuerzo salió a correos a dejarla.
Luke no sólo extrañaba a sus partes o a David, sino que se extrañaba a si mismo. Sentía qué su luz, su ser se apagaba lentamente, como si esa luz proviniera de una vela a la que la queda poca cera que derretir. No tenía a nadie en quien confiar en su casa, ni en clases.
Una vez más Luke se sentía sólo, sólo ante la vida sin saber que hacer ni que decidir. Sólo podía pensar en todo lo malo que le estaba pasando.
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Una Luz En Un Mundo Oscuro
Teen FictionLuke con 17 años, nos relata su vida, como una persona sigue adelante a pesar de todo lo que lleva a su espalda. Por primera vez Luke abre su correo y deja que todos entren. ¿No negarás algo así no? By: hffa Twitter:_siendohe_