Como un quipo

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Bueno, ayer sólo advertí del spam y no publiqué nada. XD ¡Perdón por eso! Pero no se preocupen, que ya estoy aquí y muy pronto (espero) habré terminado de publicar.

Hace poco publiqué una historia llamada "Brillar en la oscuridad" en donde Deméter no era precisamente una buena persona, y aunque he venido diciendo que tengo que escribir una historia para contentar a Deméter (no vaya a ser que me haga alérgica al trigo o algo, con lo que me gusta el pan dulce), lo cierto es que esta historia ya estaba planeada para entonces.

Deméter nunca ha sido mi diosa favorita, ni dentro de la historia de Percy ni en la mitología clásica. Me parece algo arrogante y hasta un poco inútil (su más grande aparición en la mitología es cuando le roban a la hija), y Hades, por otro lado, es mi dios preferido..

Sin embargo, y como ya deben saber, me fascinan las historias de hurt/comfort y las relaciones entre hermanos me parecen la cosa más tierna del mundo. Esta historia se originó meramente porque les he dado una relación estable a Nico y a Perséfone en historias como "Controvento" y "Promesa", pero Deméter siempre llega a arruinar las cosas ("Cuando han sido suficientes cereales"), pero soy una persona mayormente pacífica, que considera que no debemos pasarnos la vida (sobre todo si es eterna) peleando, así que... pues quería que Deméter fuera un poco más amable con Nico y que lo aceptara como parte de su familia.

Aunque al final los caminos de la vida fueron distintos, me gustó lo que resultó de esta idea y espero que ustedes piensen lo mismo.

Como un equipo

Usualmente, Deméter tenía una regla de oro: nunca bajaba al Inframundo si podía evitarlo. Sinceramente el lugar era oscuro, frío y odiaba a su hermano, quien básicamente controlaba todo lo que ocurría ahí abajo.

Sin embargo, una vez cada ciertos siglos, la diosa se veía obligada a visitar al dios del Inframundo, Hades.

Esta era una de esas ocasiones. Estaba a la entrada del mundo de los muertos, algo nerviosa, si se permitía ser honesta, a pesar de que literalmente solo estaba ahí para encontrarse con su familia.

La culpa de todo la tenía Hestia, con su estúpido sentimentalismo y sus cargos de conciencia. La única razón por la que había acabado accediendo era por callar a su hermana. Aunque, con total sinceridad, a leguas se veía que algo iba a salir mal en todo ese asunto.

La primera señal que invitaba a inferir algo semejante fue justamente que lo primero que Hades hizo al recibirla fue emitir algo parecido a un gruñido. Sí, eso, y basándose en los conocimientos de Deméter sobre el particular lenguaje de Hades, eso significaba que no estaba feliz de verla. Afortunadamente, el sentimiento era mutuo.

―Hades, ¿podría hablar contigo? ―preguntó tan pronto hubo expulsado su desagrado en un hondo suspiro, ante lo que el dios sólo pudo elevar una inquisitiva ceja.

―Si buscas a Perséfone, está en la sala de estar con mi hijo ―apuntó él sin prestarle más atención.

―No, vine a hablar contigo ―aseguró ella, mordiéndose el labio inferior con algo que se acercaba peligrosamente a la incomodidad―. Hestia me ha mandado hacerlo, así que sólo será un momento ―agregó, provocando que el hijo de Cronos se levantara de su escritorio de ébano y la encarara.

―Perfectamente, entonces ―masculló con claro fastidio―. ¿Qué quieres decirme?

―Yo... Hestia me hizo... dijo algunas cosas que hicieron que me diera cuenta de que... ―empezó, tartamudeando por primera vez en varios siglos―. Me hizo darme cuenta de que antes no éramos así... Tan... reservados. Antes no era tan difícil que nosotros cinco, o incluso nosotros seis cuando Zeus se nos unió tras liberarnos de nuestro padre nos habláramos. Antes...

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