Entre mentiras y mentiritas

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Un mes más tarde.

Los días en el trabajo eran intensos, Matías es demasiado exigente, pero Gaby aprendía más que rápido. En poco tiempo ella se adaptó al ritmo de vida de su jefe, el cual se comportaba de manera completamente organizada, tenía horarios y rutinas para todo.

En la mañana hace unas cuantas llamadas, antes de terminar una le gusta tener la otra en progreso y al finalizar las llamadas telefónicas veía el desarrollo de los artículos y libros que llegaban por correo. Ambos hacían correcciones, él hacía las suyos y ella retomaba los que él no encontraba, por alguna razón compartían ese espacio de lectura y corrección y solía ser bastante productivo para Gabriela, puesto que, él le daba tips a veces comentaban y luego él tenía una conferencia con el otro dueño a alguna hora del día, finalmente revisaba la producción en imprenta y los imprevistos en alguna área de la empresa, hablaban bastante, hasta se enviaban mensajes y cosas chistosas, cuando no lo atendía a él debía hablar con escritores molestos por observaciones, a ella le dicen todo lo a él jamás le dirían.

El miércoles él tenía una reservación en un muy importante restaurante a las doce en punto para celebrar los dos meses y medio de impresionante sincronización. Mientras iban en el auto, la música se encendió y una canción agradable pasó por la radio la escuchó con tranquilidad hasta que una idea vino a su mente.

—¿Matías?—Le dio una mirada para que prosiguiera.— ¿Cuándo podemos comenzar a hablar de mi ascenso a escritora ilimitada?—Matías se rió con fuerza.

—Cuando vea uno de tus trabajos, sobre todo; cuando Ligia haya regresado.

—¿Me darías el puesto?

—No, te lo daría de fotocopiadora, tendrías la oportunidad de leer y mejorar tu vocabulario, luego podrías participar para un puesto de asistente, si lo haces muy bien tal vez coeditora y finalmente, después de un año editora

Le pareció razonable, pero a pesar de ello no hizo ningún comentario. pocos minutos después llegaron al restaurante Italiano y como todo un caballero él abrió la puerta para ella. Entraron e hicieron un pedido, celebraron con una copa de champaña y compartieron una que otra broma.

Era fácil compartir entre sí, tenían demasiadas cosas en común, no solo buenas sino que también odiaban lo mismo, había química era innegable pero ninguno estaba dispuesto a perder por culpa de la calentura lo que tenían ahora en su trabajo; él na secretaria eficiente y bien calificada; ella un trabajo en una buena editorial.

—¡¿Matías?!

El joven reconoció la voz al instante y su pesadilla se hizo real, tenía justo a su lado a su rubia amiga y su primo, los dos con la piel bronceada y la dentadura perfecta.

—Hola—Dijo en su tono habitual. —¿Cómo van chicos?

—Bien—Dijo Logan.

—Nos comprometimos—Anunció la chica extendiendo su mano en muestra del anillo.

—¡Felicidades! —Respondió con un tono completamente impropio, pero todos lo dejaron de lado — Les presento a mi novia Gaby.

Gabriela se atragantó cuando logró ante aquellas y palabras y sobre todo cuando sintió los seis ojos puestos sobre ella, <<mi novia Gaby>>, ¿Se había vuelto loco? Apenas podían llamarse "amigos"... ¡y de la nada!, ya eran novios ¿Tenían un hijo perdido por ahí que ella no conocía? Solo Matías lo sabía al parecer.

La joven se limpió la mano y se puso en pie para saludar a la pareja, se comportó de la manera más educada que pudo mientras examinaba a su jefe con la mirada suplicante, Gabriela estaba completamente nerviosa con la garganta seca ¿Qué iban a hacer? ¿Qué responderían a las preguntas de la mujer que les miraba con odio?

¿Novios  de mentiritas? Disponible en DREAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora