El Escudo de la Alianza

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Siempre quise paz... pero ellos no querían lo mismo...

Nací hace mucho en un lugar tranquilo y casi aburrido, donde todos nos conocíamos y el único peligro era uno que otro lobo joven muy de vez en cuando, Villa Norte, así se llama, nunca tuve formación para la guerra, vivía en la granja de mis padres trabajando la tierra, como me divertía en el huerto de manzanos... aquellos eran los buenos tiempos...


Recuerdo mis clases en la abadía, donde aprendí mis primeras letras, y las interminables horas que pase leyendo en la biblioteca sobre las antiguas hazañas de Lord Uther "El iluminado"...


Cierto día, hace mucho tiempo ya, regresando de la faena diaria sucedió... era una criatura extraña, nunca había visto algo así, solo en los libros del Hermano Paxton, era enorme, casi gigantesco y su espada chorreaba sangre... la sangre de mi familia... mi casa estaba en llamas y yo corría hacia el... aquel monstro era un Horda, fue la primera vez que vi uno de ellos, arrasaron la granja, mataron a mis padres, yo solo corrí, pero no los pude alcanzar, seguramente ni siquiera valí la pena para ellos y solo me dejaron allí, luego de correr caí de rodillas, cansado, triste, con miedo...

- Levántate muchacho - dijo aquella voz - ya nada se puede hacer aquí, la guerra llego a Villa Norte...


Aquella voz era la del alguacil Mc Bride, quien yo pensaba era el hombre más fuerte del mundo, pero no era así, nada pudo hacer ante la incursión de la Horda, y así fue como me quede solo en el mundo...


Una gran furia se apodero de mí, sed de venganza, gran impotencia al no haber podido hacer nada, la imagen de aquel maldito, era para volverse loco. Fue allí que encontré consuelo en las enseñanzas del Hermano Paxton, solo allí pude comprender por qué debía existir gente fuerte para defender al débil, y comprometerse a ir mas allá de lo que muchos conocen como "limite".

- Alguacil - le dije - enséñeme a pelear

Mc Bride me vio con mirada burlona respondiéndome

- Si matas algunos Kobolds, te enseñare a pelear.


Me respondió el alguacil, pensando seguramente que no sería capaz de hacerlo... Había visto yo alguna vez como el hermano Sammuel, un aprendiz de Paladín, había luchado contra unas de esas alimañas que abundan en Villa Norte. Así durante la noche cogí un mazo, y tratando de imitar sus movimientos practique cazando algunos lobos hasta que más o menos domine cierta técnica en el uso de aquella noble arma. Una semana después me presente con el alguacil llevando las cabezas de los Kobolds como trofeo y un sin número de heridas en el cuerpo como mis primeras marcas de batalla. Luego de aquella demostración, Mc Bride vio ciertas condiciones y me puso bajo el cuidado del hermano Sammuel, quien me enseño las primeras cosas que debía saber quién quería convertirse en Paladín, aunque solo podía armarme como uno el mismo Rey en la ciudad de Ventormenta.


Proteger al débil, Jurarle lealtad al Rey, Ser prudente, Hacer un voto de pobreza, Cuidar que todo lo que es bueno y puro siga así, entre otras cosas forma parte de las enseñanzas de Uther, un camino difícil, pero fue el que yo decidí seguir, aparte de mi cabeza y mi corazón toda idea de venganza, mas no me resigne a mi terrible perdida, solo me comprometí a que nadie más vuelva a pasar lo mismo que yo pase... debía hacerme más fuerte para protegerlos a todos...
Poco a poco fui aprendiendo, y es que a pesar de que yo seguía el entrenamiento para Paladín, carecía de las armas y armaduras adecuadas, partí en busca de recursos con los cuales poder costear aquellas cosas, o aprender a hacérmelas yo mismo. Trabajando en granjas, cazando todo tipo de alimañas, limpiando las minas de kobolds, todo para ser considerado por el Rey como un aprendiz de Paladín.


Fui llamado un día, y en la catedral de Ventormenta me armaron Paladín, estaban desesperados por gente que luchara, y armaban a cualquiera, es que la guerra estaba en las mismas puertas de la hermosa ciudad de la Alianza.

Fue allí cuando conocí a un poderoso señor de la guerra.

- Sígueme y te ayudare a ser fuerte... - me dijo


Y lo seguí... enarbole la bandera de un guild, y conocí a otros como yo, con historias parecidas a la mía, todos así como yo querían ser fuertes... aprendí la labor de paladín, y conocí lugares lejanos, combatí a muchos en diversos campos de batalla, me adentre en profundas cavernas que casi llegaban al mismo centro de la tierra, subí enormes cimas tan altas que dejaban las nubes muy por debajo de mis pies, estuve en tierras donde lo verde era todo, y también en desiertos donde no había ni agua, ni esperanza... camine por la frontera del fin del mundo, regrese de la misma tierra de los muertos, y nunca me manche, siempre con las enseñanzas de Uther como mi norte.


No me di cuenta cuando paso, pero, ya no me sentía tan solo, y es que uno cosecha lo que siembra, y yo siempre fui un buen granjero, labre las tierras de la amistad y ahora cosecho buenos amigos.


Protegiendo a los débiles, siguiendo las enseñanzas de Uther, bajo la bandera de mi guild, algunos dicen que estoy cerca de conseguir mi respuesta, de llegar a mi meta... ser fuerte... yo aún no lo sé, quizás nunca lo llegue a saber, pero no por eso dejo de intentarlo...

Mi nombre... Paladinlex

Crónicas de un Viejo PaladinWhere stories live. Discover now