Capítulo 7

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Me quede de piedra. Nunca había pensado que alguien que siempre estaba de buen humor pudiera haberlo pasado tan mal. Me invadió una sensación de mal estar, yo sabía lo que se sentía al perder a tus padres. Aunque solo hubiera fallecido mi madre, ella se había llevado toda la vitalidad de mi padre, así que era como si el tampoco estuviera.

Tenía un montón de preguntas que hacerle pero debía hacerlo de forma sutil, es decir intentar no ser brusca como acostumbraba.

— ¿Pero los dos? ¿Cómo?

—Les atracaron...—se reflejó en sus ojos un sentimiento de tristeza. ¿Les atracaron? No lo entendía, ¿Los mataron unos delincuentes? Normalmente cuando alguien es víctima de un atraco sale ileso, aunque le roben todas sus pertenencias.

Sabía lo que era sufrir por la muerte de un familiar, lo sabía muy bien. Pero mi madre estuvo enferma durante meses. Yo era muy pequeña y no entendía casi nada, pero sabía lo suficiente como para entender que era muy posible que mi madre muriera. Pasé más de medio año refugiándome en la esperanza de que se recuperaría mientras que la sensación del miedo me perseguía amenazándome, o más bien advirtiéndome, de que eso jamás ocurriría.

Pero para Derek tuvo que ser completamente diferente. Su vida se había desmoronado de repente. Tal vez horas antes de la muerte de sus padres estos le habían regañado por no recoger su habitación y él había rechistado quejándose de lo pesados que eran, sin tener ni idea de que sería la última vez que le riñeran.

Quizás ese mismo día había protestado por la cena que le habían puesto sin ni siquiera saber que no volvería a comer en familia.

Puede que cuando fueron a dejarle en el colegio se le olvidara darles un beso de despedida y se marchara corriendo sin ser consciente de que jamás los volvería a ver.

—Derek, lo siento, de verdad no pretendía...

—No te preocupes ha pasado mucho tiempo— intentó recomponerse levantando ligeramente las comisuras de los labios

—A pesar de que fuera hace mucho tiempo eso no se olvida. No tienes que fingir que estas bien cuando no es así. La gente tiene sentimientos. Que no te de vergüenza mostrar los tuyos—. Sabía cómo eran los chicos como Derek, demasiado machos como para llorar en público, demasiado machos como para ni siquiera, mostrar sus verdaderos sentimientos. Puede que lo intenten con todas sus fuerzas, pero nadie es de piedra, es un defecto y una cualidad al mismo tiempo. Es lo que nos hace humanos.

—No es vergüenza Chelsea, simplemente ya no me afecta— su voz era firme y fría. A pesar de que él se pensara que yo no era capaz de percibirla, la tristeza continuaba. Cualquiera sentiría cierto grado de admiración por él, por haber sufrido tal tragedia y aun así lucir siempre una gran sonrisa en su rostro.

Pero yo sentía lástima

—Te entiendo— es lo único que pude decir.

Nos quedamos callados un minuto hasta que Derek hablo:

— ¿Quieres que te acompañe a casa?— no sabía que decir, había quedado con Raúl, Lara y Adrián a quienes no había visto desde que me fui al lavabo pero no me apetecía quedarme allí hasta que salieran.

—Claro—contesté.

Íbamos caminando por la calle San Pablo, estábamos acabando septiembre y seguía haciendo un calor de muerte, pero prefería mil veces eso al frío del invierno.

—Bueno, ya que es la primera conversación que tenemos de verdad cuéntame cosas sobre ti— me dijo sin mostrar ningún rastro del Derek vulnerable de hacía tan solo unos minutos.

Una Rosa Entre Cenizas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora