1-Alex

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10 de Mayo del 2015.

Había muerto.

Tenía que haber muerto y entrado al cielo.

¿De qué otra manera se explicaría que tuviese sobre mí, al más hermoso ángel de cabellos rubios?

Su cabello estaba desordenado, claro, disparado hacia todas las direcciones, pero era hermosa y lucía tan  inocente...

Aunque me parecía extraño.

De acuerdo a mi asqueroso expediente, debería estar quemándome en la quinta paila del infierno.

A menos de que el diablo fuese mujer y de paso, matadoramente exquisita.

Me miraba con sus enormes ojos verdes, rebosantes de curiosidad e intriga.

De pronto sonrió, mostrándome todos sus dientes y yo sentí como mi pecho palpitaba y mi bragueta se tensaba.

Pero no duró mucho. En lo que abrió la boca todo el encanto terminó.

-Oh-Suspiró el ángel-Qué bien. Pensé que estabas muerto, pero tu pecho se movía. Por eso te tapé la boca y la nariz, para ver si así reaccionabas, pero comenzaste a moverte como loco y tuve que soltarte, pero al menos despertaste. Por cierto, tienes un chichón detrás de tu oreja derecha como del tamaño de un huevo de pato ¿Te duele? ¿Te arde? ¿Te pica? ¿Cuántos dedos ves? ¿Quieres vomitar? ¿Estás mareado?

-¿Qué?-Pregunté, alucinado por tanto parloteo ¿Cuántas palabras dijo en menos de 30 segundos?

-Que pensé que estabas muerto y...-Cubrí su boca con mi mano al ver que repetiría la misma historia.

-No, calla-Abrió aún más sus ojos-Dios mío, dame un respiro ¿En dónde demonios estoy?

Miré al rededor sin quitar mi mano de su boca confundido por lo que mis ojos veían.

Estaba dentro de una minúscula cabaña, había una pequeña cocina, unos sillones de mimbre y dos camas individuales, y podía notarse que solo una estaba en uso.

Y que todo estaba en un mismo espacio.

-Mmmm.

-¿Qué?-Volteé a verla de nuevo y noté que intentaba hablar por debajo de mi mano-Oh, perdón-Liberé su boca-Ahora dime.

-Dije que no sabía.

-Estamos en una cabaña y por el sonido, diría que frente a la playa ¿Cómo no vas a saber en dónde estamos?

-Estamos en la cabaña frente a la playa de una isla desierta. No sé en qué isla estamos.

La miré un momento mientras sus palabras penetraban profundamente mi cerebro.

-¿De qué coño hablas?-Exclamé levantándome, intentando olvidar el agudo dolor que tensó mi pierna y me alejé lo más que pude de esa extraña mujer.

-No digas malas palabras en mi casa, por favor.

-¿Tú casa?-Grité-¿Ésta es tu maldita casa y no sabes en dónde queda ubicada?

-¡Basta!-Exclamó agitando su dedo índice frente a mi nariz-¡Te vas ahora mismo a aquella esquina! ¡Quedas castigado por grosero!

-¡Tú estás loca!-Exclamé fuera de mi.

Esto tenía que ser una maldita broma.

Salí como pude de aquel extraño lugar.

ALEXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora