Las escondidas

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Comenzamos a jugar a las escondidas como todas las tardes después de la escuela. Mi amigo Scott era el más facil de ubicar, siempre se escondia debajo de un escritorio, ademas que mi velocidad era incomparable, claro. Gabo era otro igual, sus escondites siempre eran detrás de una puerta, eran muy buenos, lo unico que lo delataba era que siempre que alguien se acercaba no aguantaba la risa y empezaba a reir de una manera descontrolada.

Bueno, los demás siempre variaban de escondite pero eso no variaba el resultado.

Llegó el momento de cambiar de roles, y ahora me tocaba a mi esconderme y a mi amigo James contar. Yo no era bueno en el escondite, siempre que queria uno, ya estaba ocupado por otro.

Paseando por mi casa en busca de un escondite, escuche que alguien me llamo.

"Escondete aquí" me dijo una voz. Esa voz venia del otro aldo de una puerta, cerca a la habitación de mis padres. "Rápido, antes de que nos encuentren".

Era una voz muy familiar, trate de abrir la puerta pero estaba con seguro.

"Entra, rápido". Me quede sin voz durante unos segundos, cuando la recupere le dije que se callara, rápidamente busque otro escondite hasta decidirme por el baño.

Me encontraron, me daba igual, siempre fui malo escondiendome.

Siempre tuve la duda respecto a quien me había llamado al otro de la habitación, una habitación que no se abria hace más de dos años, sin ninguna otra forma de entrar.

Habitación a la que nadie entraba desde que mi hermano mayor se habia suicidado ahí mismo.

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