--¡¡Demonios!!- exclamé mientras descendía totalmente agotado del carruaje que finalmente había llegado a destino.
Fueron largos días de trayectoria, alejándome de Londres, solo acompañado por mis pensamientos, mis libros y un cochero encapuchado que jamás me dirigió la palabra. Una pálida y extraña joven de cabello rojo ensortijado, se nos unió a mitad del recorrido. Para nada comunicativa. Ni por un instante apartó la vista de la polvorienta ventana del vehículo maltrecho.
Yo sentía mis piernas entumidas, durante el viaje me negué a descender del coche en los poblados dado la extraña actitud que manifestaban sus habitantes. Algo parecía molestarles en mi apariencia, jamás levantaban la vista hacia mis ojos. En los mesones donde nos deteníamos para almorzar, los murmullos me sacaban de quicio. Sucedía igual en las posadas: camas infestadas, pasos vigilantes del otro lado de mi puerta. Ante tales circunstancias tomé la decisión de comprar algunas provisiones y por las noches me obligué a dormir dentro del carruaje.
Maldije mil veces a tío Alfred, quien me obligara a realizar aquella travesía.
Mí padrastro había fallecido y la herencia de mi madre, regresaría a la familia original, de la cual yo era el último descendiente adulto. Aquella fortuna perteneció originalmente a mi padre, quien también muriera cuando yo era pequeño. No mucho después de ello, mi madre contrajo nuevas nupcias con un extraño personaje, colmado de secretos y misterios, recién llegado del África y con creencias poco ortodoxas. Según se decía, este practicaba un credo en el que se ejecutaban rituales totalmente desconocidos en occidente. Dilapidando grandes sumas de dinero en proyectos poco claros. Por otro lado viajaba con regular frecuencia hacia sus siempre añoradas y misteriosas tribus africanas.
En un momento dado y debido a su inexplicable antipatía hacia mí, consiguió convencer a mi madre de enviarme lejos, más precisamente a Londres, para vivir bajo la tutela del tío Alfred y así el tema quedó zanjado definitivamente.
Aún hoy puedo recordar la transformación de madre: de una rozagante mujer, bella y divertida, a otra de apariencia enjuta, pocas palabras y la cabeza siempre gacha. Incluso parece ayer cuando vi por última vez su mirada. Inescrutables misterios afloraban por entre sus lágrimas de despedida. Sus últimas palabras ese día fueron:
—Es mejor así mi querido. No debes regresar—
Sus deseos se cumplieron durante estos 20 años.
Mi tío y yo nunca fuimos notificados debidamente sobre su muerte, acontecida una década después de mi partida. Solo supimos que aquel sujeto con el que se había casado de forma tan inesperada, consiguió traer de África una veintena de nativos, con el aparente fin de suplantar la servidumbre habitual de la casa. No obstante resultó evidente que aquella no fue la razón verdadera de su arribo, sino más bien colaborar a mi padrastro en la práctica de una serie de ceremonias inherentes a un rito de origen ancestral y absolutamente foráneo.
ESTÁS LEYENDO
TRANSITANDO SOMBRAS
Mystery / ThrillerRelatos oscuros, terror, suspense y...sombras. Dar fe sobre la presencia de la luz resulta totalmente imposible sin reconocer la existencia implícita de las sombras que de ella nacen. Antagonismo preciso, indiscutible sin el cual el vuelo etéreo de...