En el hueco del corazón

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"Dejo caer estas palabras", sobre la tersa superficie que representa la débil memoria de unas líneas libradas a su suerte en el maremágnum de todo lo que está dicho, (y habrá de serlo), para perderlas y salvarlas también, como si echara al agua una chalupa en la que hacen el vano intento de huir del destino los sentimientos traicionados por sus propios amantes.

Es éste un acto de fé? La patética revelación de un instinto insospechado ante el cual comparece la realidad transformándose en el salvoconducto de un intemperado terror ante la extinción?




(313)

La distancia se brota de espinas, se hace un dolor insalvable, una geografía morbífica, intransitable; así es cuando la distancia, poblada de las picudas vegetaciones del dolor, se convierte en separación.




(65)

El patio lejano acerca las cosas amablemente, hinchado de sol, retiene un instante el cuenco de su pecho abierto al cielo, como si contuviera el aliento para guardar un breve esplendor en el tiempo, en el corazón del olvido, que es de donde nada se borra jamás; allí reluce su lujosa pobreza, su abundante principio de extinción, su retorcida simpleza se desnuda, transparenta sus nervaduras bajo el dorado asolamiento del mediodía apenas abandonado, el patio en llamas que es el mismo que luego, durante la noche, arde calladamente con los colores silenciados por la nieve lunar, con la misma pasión desconsoladamente transida, agotada limpiamente en el estólido ahuecamiento de una soledad preciosamente contínua, como se esfuman las cosas, todo lo que importa, de este mundo para siempre.




(67)

La sinfinalidad reverberante tras la cotidiana muerte, escondecelos apeluchados en su bosquejo simétrico. Subido al telúrico cosquilleo me tiernizan las acópicas turbulencias, ese equipaje involuntario, esa sucia melena aural despeinada al dolor que arremete, sopla cálido, como un beso penetrante. ¡Como un dolor arremete abesándose humanamente!

En el collar de ventanitas de esta memo(re)tracción, tras volver continuamente como debe ser un equilibrio arcade, salta como un hilo de agua la esencia fugitiva de baldosa en baldosa sin repartir un cuerpo, anticrísticamente, dádiva egoísta que ve pasar y pasa en asesina sucesión creando la ilusión sólida de asfixia por agotamiento.




(87)

"Estas llagas que levitan como pájaros de la imaginación, no cruzan ni duelen ni se placen en el viento."





(88)

Son auras.



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El Hueco del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora