La huella que no puede despertarse.

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(...) La primera voluntad es ser uno.








(...)Tu corazón espera dormido en el regazo de un bosque el abrazo de las llamas; canta todos los días su frío reposo como una rama afilada al viento.






(...)

La magia puede ir hasta el centro mismo de la flor y sembrar allí el sutíl pulso, pero no puede abrirla si no hay muerte en la flor misma. Pues la magia y la muerte, son las caras de un acto de continuidad íntima en la aparente memoria del futuro"





(32)

Esta calma brutal hace que el sentido se hunda en la propiedad de sí mismas de las cosas. Sinó, que maravilloso hubiera sido éste atardecer cuajado en gris-azulados, naranjas y rosas, frío y eterno como capas del fondo del mundo, a franjas históricas como capas de roca.

De pronto me doy cuenta de que el cielo es mas grande que la tela azul perla, arrugada, de tersas nubes, lecho inmaculadamente destendido por unos amantes cautelosos y esforzados, es inmensamente mas amplio que ese nido abandonado por dragones en celo.

Es porque la calma, esa suerte de lluvia pasada, pensada, de foto-hábitat-nirvana, se ha perlado en mi alma, se ha endurecido hasta convertirse en algo precioso. Es ahora un tesoro enterrado en el inmenso atardecer, en el silencio lleno de olas y colores oleosos que se escurren hacia el azul definitivo de la noche, guardado en el alma de un gigante donde estoy preso libremente.




(42)

La noche pasa por encima como un viento sigiloso, como una mano amante por sobre el sueño de su adoración. Parece decirme susurrante: "duerme, monstruo bendecido, mientras la estrella de tu destino dé la vuelta al cielo y vuelva a buscarte":

Pego el oído a la ventana cerrada y dejo que el suave frío de la calle me bese la mejilla a través de la persiana. Ahora no tengo nada; solo el recuerdo de otra noche, inmensamente lejana, se sostiene en mi mente como un pez en medio de su acuario: sin esfuerzo, sin motivo alguno. La via láctea atraviesa el cielo nítidamente, como el salpicón de un chorro de luz que ser perdió en la inmensidad, como una encantadora prueba de que dios fué asesinado allí mismo, en la pequeña imaginación sin maldad de una criatura en cautiverio.




(n...)

El codo de un movimiento puede ser descubierto en otro movimiento, toda la partida resumida a una articulación prefinal, donde se presume la memoria del futuro.





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El Hueco del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora