Primer día de clases

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"07:45 de un lunes de septiembre, inicio de clases."

-Mierda, mierda, mierda...Primer día y ya llego tarde. -Digo mientras abro corriendo la maleta del día anterior e intento encontrar unos vaqueros y una camiseta cualquiera. Apenas hacía un par de meses que me había mudado a esta ciudad de mala muerte, dejando a mis amigos de toda la vida a 900 kilómetros. Me visto corriendo mientras escucho los gritos de mi madre que me alertan de que como siga tardando tanto en elegir la ropa llegaré tarde. Así que opto rápidamente por unos vaqueros rotos, una camiseta de tirantes negra y las Nike, como sé lo justa que voy de tiempo salgo sin peinar y sin mirarme al espejo.

-¿Realmente tengo que ir? ¿La tortura no era ilegal? -Digo, mientras cojo desganada las llaves y la mochila del instituto.

-Hemos hablado de este tema un millón de veces, harás amigos en seguida ya lo verás. ¡Pero corre, que no llegas! -Me dice mi madre, absorta de tener la misma conversación una y otra vez desde que supe que teníamos que mudarnos y dejar a todos mis amigos.

Salgo desganada por la puerta e intento arreglarme el pelo mientras bajo en el ascensor, considero misión imposible domar la melena de pelo ondulado castaño que me llega hasta media espalda así que opto por recogérmelo en una coleta alta. Inspiro hondo y me miro en el espejo por última vez antes de que se acaben de abrir del todo las puertas del ascensor.

Salgo corriendo e intento recuperar el aliento mientras busco mi nombre en las listas que hay en la pared colgadas, a mi alrededor solo veo gente sonriendo al ver con quien les ha tocado en clase. Yo en cambio no conozco a nadie, ni acabo de entender el idioma, ni soy la clase de persona que puede relacionarse con gente fácilmente, lo que equivale a ser un bicho raro. Consigo recuperar la compostura y encuentro mi nombre, Primero B, me he estado fijando en un par de chicos que han encontrado también su nombre en dicha lista y me dispongo a seguirlos disimuladamente para intentar llegar a mi aula.

Después de atravesar todo el pasillo de la primera planta y ver como la mayoría de las clases ya han empezado, llegamos y abren la puerta dejándola abierta, se deben haber dado cuenta de que los seguía. La clase es amplia y luminosa, con las paredes en blanco mate, dos pizarras y mesas de madera clara distribuidas por parejas. Sólo quedan libres una pareja de mesas y una al lado de un chico, así que los chicos a los que he seguido se sientan con toda naturalidad en las dos que van juntas y yo me quedo paralizada al verme en tal situación, toda la clase me está observando y el chico con la mesa vacía al lado me mira expectante, esperando que me siente.

Decido sentarme rápidamente y dejar de llamar la atención, el chico de mi lado es un chico de piel morena, con ojos rasgados oscuros y el pelo castaño claro. No es especialmente guapo, pero si que parece muy agradable y simpático. Al momento me siento mucho más tranquila, siento que mi madre llevaba razón y que no me resultará tan complicado hacer amigos.

-¡Hola! Me llamo Tom, encantado. ¿Y tú?. -Me tiende la mano y una cálida sonrisa. Quedo totalmente atónita, se ha dirigido a mi.

-Alicia, encantada.- Le devuelvo la sonrisa y le devuelvo el saludo. Le miro expectante, esperando que me pregunte algo, que continúe la conversación.

-¿A que colegio ibas? No pareces de por aquí, no tienes acento.

-Es el primer año que estudio aquí, he llegado nueva a la ciudad este verano. -Digo mientras sonrío melancólicamente recordando lo duros que han sido estos meses. De repente, una voz que no es la de Tom me sobresalta y me devuelve a la realidad, estoy en clase.

-Se les ve muy entretenidos con su conversación, señorito Drag y señorita...Disculpa, ¿Cuál es tu nombre? .- Es la profesora, ha parado la clase para llamarnos la atención, noto como todas las miradas se fijan en mi y en Tom y deseo por un momento desaparecer. Inspiro profundamente y digo, con confianza.

-Alicia, Alicia Clarck.- Mientras termino de decir mi nombre, me ruborizo y bajo la mirada. Parece que toda la valentía haya desaparecido de repente.

-Señorita Clarck, ¿le importaría seguir con su interesante conversación durante el tiempo de recreo? - Me mira fijamente, esperando una respuesta pero soy incapaz de articular palabra así que asiento con la cabeza y miro de reojo a Tom que sonríe alegremente, parece que haya pasado por esto un millón de veces ya.

Me decido a prestar algo de atención a la clase, he dejado la mochila apoyada en el lateral de la mesa así que me agacho para abrir la cremallera y sacar lo que necesito, pero cuando levanto la vista para dejar lo que he cogido encima de la mesa, me encuentro con dos ojos castaños que me miran desde la pareja de mesas de al lado.

Y esa fue, la primera vez que me perdí en su mirada.

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Lo que nunca llegué a decirte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora