5.1 Nyo! Hungría x Nyo! Austria, Gario x Annelise

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(1º parte)

La pequeña Annelise se asomaba por el balcón de su hogar y observaba hacia el exterior, interrumpiendo su práctica de violín. Veía afuera a los niños de otras naciones jugando y gritando. Ella bajaba la mirada y luego la volvía a sus partituras, tomando de nuevo su actividad.

En estos tiempos estaba comenzando una emoción de guerra y poder en algunos reinos de Europa: conquistar tierras y expandir los dominios. Pero en Austria aún se estaba tranquilo, los países de más al este o del norte eran los que se movían más por los ámbitos de las luchas y los combates. La Casa de Austria se preocupaba más que nada de cultivar las artes y la cultura, hace no muchos años comenzaron a salir músicos excepcionales que contagiaron el sentimiento artístico a toda la nación.

Así que Annelise cerró los ojos y siguió moviendo el arco con destreza, sacando melodiosas notas de las cuerdas del violín.

-Oye, oye, espera un poco, ¿no escuchas ese sonido? –un niño de los que estaban afuera se detuvo junto a la casa de la cual salía la música del violín.

-Ah, verdad que tú eres nuevo aquí. ¿Ves esa gran casa, llena de ventanas y con estatuas y fuentes y todo eso? –el otro chico señaló todo el lugar con un gesto despectivo-. Es la Casa de Austria. No la conoces porque normalmente no salen a combatir y nunca la has visto en un campo de batalla. De todos modos no vale la pena conquistarla o luchar por un pedazo de esa tierra, por lo que sé, lo único que ganarías sería un montón de orquestas y muchas artes y bonitos paisajes, pero nada más allá.

El primero, llamado Gario, se quedó viendo unos segundos más la casa, tratando de adivinar cuál de todas las habitaciones era la emisora de la dulce melodía. Ese día no lo pudo descubrir. Eran muchas ventanas y todas muy juntas la una de la otra, pero no cayó en cuenta de que una estaba levemente abierta. Gilbert, el otro chico le tomó del brazo, señalándole que debían volver a casa.

Los niños se fueron corriendo y jugando, riendo, como olvidando la majestuosa casa y el sonido del instrumento. Pero Gario no lo había olvidado del todo y se quedó en su memoria dando vueltas.

Annelise bajó el arco y terminó la partitura, pero los aplausos no llegaron. Era solo ella y su violín. A pesar de que grandes artistas salieron de su nación le hacía falta mucha práctica si quería llegar a ser uno de ellos. A las pequeñas manos que tenía le costaban hacer los acordes, pero se había esforzado, pues no quería que construyeran un violín más pequeño especialmente para ella. Cerró los ojos y buscó otra partitura al azar para ensayar. La colocó en el atril y continuó con lo suyo.

Gario llegó a casa y se preguntó si tenía acaso instrumentos musicales. No encontró casi ninguno que le gustara, salvo una flauta traversa. Al otro día buscó por todo el país a alguien que supiera usar ese instrumento para que le enseñara. Poco a poco el gusto por las batallas iba perdiendo terreno y la música llegaba a ocupar gran parte en su día a día.

Aunque se desmotivó un poco al descubrir que su flauta no sonaba como el instrumento que le había cautivado aquella vez, en la Casa de Austria.

CONTINUARÁ

Nota: Promesas son promesas, debo hacerle honor al nombre de esta recopilación (PEQUEÑAS historias de la Historia) así que preferí dividirlo en partes pequeñas .u. Más letras para devorar (¿?)

Pequeñas historias de la Historia [Multiship] [Hetalia - Nyotalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora