F de Familia

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One-shot

William Solace se encontraba en su cabaña, frente a un espejo, intentando ponerse un moño. Estuvo a punto de ahorcarse varias veces, pero finalmente (con ayuda de una de sus hermanas, Kayla) logró que el objeto quedara bien sujeto y puesto en su cuello. Tenía puestos unos pantalones sencillos y una camisa normal. Nico le había dado órdenes específicas: ropa casual, nada de sacos y ninguna corbata.

El hijo de Apolo había decidido ponerse un moño en señal de rebeldía y para darle tranquilidad a su novio. Esa era una cena elegante y el menor estaba aún más nervioso que Will (lo cual era mucho, porque al rubio le sudaban las manos y sentía la boca seca, pero de todas maneras intentaba verse feliz y desinteresado).

El ojiazul había descubierto una nueva fase de su pareja: el Nico nervioso. Realmente no lo recomendaba. Corría de acá para allá, tratando de controlar todo (hasta el atuendo de Will) y haciendo girar su anillo de calavera tan fuerte que el rubio tuvo que ponerle una venda en el dedo por miedo a que se lo termine cortando.

Por eso era que el hijo de Apolo se había puesto un moño. Sabía que, con "nada de corbatas", Nico también se refería a moños, pero el mayor esperaba que su pareja se diera cuenta que no hacía falta que controlara todo para que saliera bien. Podría haberse puesto una corbata en vez de un moño, sí, pero ¿para qué tentar tan directamente al destino y a los poderes del hijo de Hades? Al menos con eso puesto podía decir que Nico le había prohibido sólo las corbatas.

Kayla notó su nerviosismo.

-Estás perfecto, hermanito. No hay nada de qué preocuparse- dijo, en un intento de tranquilizar a Will.

No funcionó.

El hijo de Apolo había visto varias series y películas, y sabía que las frases como "No hay nada de qué preocuparse" o "¿Qué podría salir mal?" siempre eran seguidas por alguna catástrofe. Además, ¿Nada de qué preocuparse? ¿En serio? ¡Si iba a ir a cenar con el dios de los muertos y su esposa, quienes casualmente también eran sus suegros!

Esa había sido una mala idea. Muy mala.

Pero esto era importante para Nico. Y el rubio lo estaba haciendo por él. Debía dejar de lado sus inseguridades e intentar aparentar algo de confianza para el hijo de Hades.

-¿Qué hora es?- preguntó Will, ignorando el comentario de su hermana.

-Las... Ocho y veinticinco.

El rubio tragó saliva y esbozó una sonrisa forzada. Había quedado ocho y media con su novio en la puerta de la cabaña 13 para que éste los transportara por las sombras (idea no apoyada por el mayor, cabe aclarar) hasta el Palacio de Hades.

El líder de la cabaña 7 saludó a Kayla, agarró un buzo y salió. Saludó a un par de campistas mientras caminaba, al tiempo que también se decía frases motivadoras. Para cuando llegó a la cabaña de Hades, su sonrisa era casi completamente verdadera.

Apenas había tocado una vez la puerta cuando un muy nervioso Nico le había abierto y lo había arrastrado dentro.

-¡Ahí estás! ¡Vamos a llegar tarde! ¿Eso es un moño? ¡Dije que nada de moños! No importa, no hay tiempo de cambiarte. ¿Dónde dejé mi saco?

El italiano siguió murmurando y balbuceando mientras daba vueltas por su cabaña. Will se dijo que debía tranquilizarlo como fuera.  Logró atajarlo cuando iba a buscar otros botones para su camisa. Le puso ambas manos en las mejillas, impidiéndole escapar.

-Tranquilízate- le dijo. Y, para enfatizar sus palabras, lo besó. Lenta y pausadamente, tratando de demostrarle que todo saldría bien si se calmaba.

Solangelo A B CDonde viven las historias. Descúbrelo ahora