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No hemos hablado en dos días.
No me sentía bien.
Eliminé toda red social por la que pudiéramos hablar por un día entero.

Sentí que eso me ayudó al final del día, me sentía mejor.

Al día siguiente, ya me sentía con los ánimos, estaba a punto de ir a una fiesta, iba a salir por fin, no tenía ningún trabajo, ni proyecto pendiente, podía divertirme en un sábado por la noche.

Me sentí lista y volví a descargar todas esas aplicaciones.

Me estaba arreglando, vi mi celular para ver la hora... Y sorpresa... Un mensaje tuyo, reclamando el porqué no había hablado contigo.

De alguna manera eso me rompió aún más. Lo hice para no molestarte, para que no tuvieras que contestar a fuerza, no quería opacarte más.

Fui a la fiesta, pero no estaba con los ánimos, no estaba en el ambiente.
Ese día hice algo que juré no hacerlo en toda mi vida. Tomé.

No fue la gran cosa, fueron cosas rebajadas, no me hicieron efecto, pero aún así, rompí mi promesa.

Mientras hacía eso, recordé que tú no lo haces, que te da asco, y me sentí peor.
No sabía que hacer, había parejas por todos lados, abrazados o besándose, y yo... Yo tenía mi vaso y botanas, debí haberte invitado.

Para Una Persona Especial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora