One Shot

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Era un día soleado como todos los de la última semana, Cha Hak Yeon se estaba cayendo de sueño y tenía que ir a buscar su medicina favorita. Entró a la cafetería y saludó a Joe como todos los días; esté le sirvió su ya tradicional café super cargado y una rebanada de pastel de zanahoria.

— ¿Qué haría sin ti Joe? — dijo Hak tan solo al sentarse en la barra.

— Me halagas, pero ya tengo tiempo de conocerte, y siempre pides lo mismo.

— Gracias de todos modos.

Tomando los primeros sorbos de su café, sintiendo como todo su cuerpo volvía a tener vida. La campanilla de la entrada del local sonó, y entró un chico vestido con traje negro y cabello del mismo color; observó todo el lugar y acomodándose al lado de Hak Yeon, lo saludó con un gesto con la cabeza.

Joe le entregó la carta y el chico miró brevemente esta, hasta que al ver lo que comía el chico sentado a su lado, fue entonces cuando dijo: sírvame lo mismo que a él.

— ¿Día difícil? — preguntó Hak Yeon.

— Ni que lo digas — dijo el chico sonriéndole de lado.

— Entonces, creo que no te hará mal — dijo Hak Yeon señalando el café que acababa de servirle Joe.

Ambos comensales disfrutaban de sus respectivas rebanadas de pastel, inclusive algunas bromas hicieron que terminaran de despertarse por completo; ni siquiera se habían dicho sus nombres, y estaban hablando como si se conocieran de toda la vida.

La charla prosiguió, hasta que el localizador de Hak Yeon interrumpió las risas, tenía que regresar al hospital enseguida, pagó lo consumido y se despidió de aquel chico, poseedor de una voz tan profunda que nunca olvidaría.

A medio camino, quiso regresar para pedirle su número, o al menos que le dijera su nombre y decirle el suyo, pero de nuevo el localizador lo hizo reaccionar y, cruzando la calle se dirigió a urgencias, donde ya lo estaban esperando.

El chico aún en la cafetería, terminó el resto de su pastel y también pagó. Se había fijado que el chico de piel canela, había caminado hacia la derecha y quiso alcanzarlo, pero se detuvo pensando, que tal vez, solo tal vez eso sería raro; así que retomó su camino por el lado izquierdo.

Al llegar a un cruce aún con la sonrisa en su rostro, camino sin darse cuenta que el semáforo, ya había cambiado del rojo al verde y en un momento todo lo que distinguió fue la oscuridad.

La mañana del día siguiente, llegó para Hak Yeon, tomó sus cosas de su casillero, y salió para su casa. Durmió cerca de siete horas, hasta que tocaran a la puerta de su recámara. Su hermano menor, estaba llamando para que cenara con él y el resto de la familia.

— Buenas noches a todos — comentó tomando el asiento a la derecha de su padre.

— ¿Qué tal el trabajo de doctor,  hermanito? — preguntó Hyuk.

— Igual que siempre, ya lo sabes — le respondió con cara de pocos amigos.

— ¡Ya basta!... A comer — sentenció su padre.

La cena transcurrió de lo más amena posible, sobre los preparativos para la gran fiesta de cumpleaños de su padre, que cumpliría 70 años de vida. Todo los presentes estaban dando su opinión, pero por una extraña razón Hak se encontraba algo ausente, no dejaba de pensar en aquel chico que había conocido el día anterior, y rogó para que se lo volviera a encontrar alguna vez en otra ocasión.

Al terminar la cena, todos se levantaron para dirigirse a descansar, todos excepto el hijo mayor, que había notado algo extraño en su padre; se acercó a él para platicar y ver si podía ayudarlo en algo.

Mortem [Navi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora