Cayendo ante la debilidad (Parte 1)

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— Aquí viene mi colaborador estrella. — exclamó Scott cuando me vio cruzar por la puerta.

— Buenos días, perdón por la tardanza. — dije nervioso con un hilo de voz.

El hombre se dio la vuelta para mirarme y sentí que un frío recorrió mi espalda.

— Sr. Jackson, le presento a Kim Kibum, el encargado de llevar su cuenta.

— Mucho gusto. — dijo sonriente extendiéndome la mano.

— Igualmente. — contesté estrechándosela.

El alma me volvió al cuerpo cuando me di cuenta que no era mi desconocido, suspiré aliviado y, entonces, caí en la cuenta de algo en lo que no había pensado, ¿existiría la posibilidad de que algún día me lo encontrara en la calle con los miles de habitantes que hay en esta ciudad? ¿Su trabajo tendría que ver con la publicidad?

Sacudí la cabeza para librarme de esos pensamientos y me senté al lado del cliente.

La junta transcurrió de lo más normal, el Sr. Jackson quedó bastante satisfecho con la presentación y nos indicó que necesitaba la campaña para el viernes por la tarde. En cuanto salió de la oficina, el corazón se me volvió a acelerar porque no había nada que me salvara del regaño de Scott y lo confirmé cuando cerró la puerta, ya que siempre la tiene abierta salvo cuando está con un cliente o cuando no quiere que los demás escuchen lo que tiene que decir. Caminó en silencio de regreso para sentarse frente a mí y coloco ambos brazos en la orilla del escritorio.

— Felicidades Kibum, la presentación estuvo estupenda como siempre.

— Gracias — respondí tímidamente mientras le daba un sorbo a mi vaso de agua.

— Pero, eso no te salva de que tengamos una charla tú y yo. Sabes que te aprecio Kibum, eres un gran chico y además eres comprometido con tu trabajo y precisamente eso es lo que me preocupa, ¿qué pasa contigo? La semana pasada llegaste tarde, no te dije nada porque fue un día después de tu cumpleaños y bueno, puede ser comprensible, pero hoy te retrasaste más de dos horas, no me dejaste la presentación y la tenías guardada con llave, no respondías el celular y no te reportaste para, al menos, saber que estabas bien.

— Perdón, te podría dar miles de excusas, pero la verdad fue que me quede dormido, anoche no dormí bien y mi celular estaba dentro de mi maleta y no lo escuchaba.

— Agradezco tu honestidad, eso es lo que me siempre me ha gustado de ti, pero aparte de eso, te noto extraño, has estado distraído, ausente. Ayer confundiste los slogans de unas marcas que no tienen nada que ver entre sí. ¿Tienes problemas Kibum?, sabes que puedes confiar en mí.

Me quedé en silencio.

¿Qué iba a responderle? Que estaba perdiendo la razón por un extraño que me hacía suyo de cuanta forma se le ocurría y que eso aumentaba más y más mi ansiedad de querer estar con él, que mi mente viajaba y fantaseaba con las ideas más inverosímiles que se me ocurrían con él, que a todo lo que había a mi alrededor le estaba encontrando un lado sexual que posiblemente ni tenía. Que había descubierto un Kibum sensual, travieso, coqueto y sin inhibiciones que desconocía que existía y que sólo ese hombre desconocido hacía surgir.

Tomé un respiro antes de hablar.

— Creo que es una crisis post-cumpleaños — respondí deseando que me lo creyera.

— Niño, eso déjalo para mí que estoy a punto de cumplir 40 años, tú tienes 24, hasta podrías ser mi hijo.

— Sí, pero, bueno, a mi edad mis papás ya se habían casado y yo ya había nacido. — yo no deseaba eso, pero fue lo único convincente que se me ocurrió decir.

¿Estás libre esta noche? • JongKey [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora