Estaba amaneciendo y el desgarrador sonido de la alarma le hacía doler la cabeza. Estiró su mano para alcanzar el teléfono y apagar ese horrible ruido pero pronto se dio cuenta que no procedía de él.
Miró la hora, era casi las seis de la mañana y el ruido seguía cada vez más alto. Era domingo, ¿quién se despertaba a esa hora un día domingo?
"Diego..." -pensó mientras se levantaba de la cama y caminaba hasta el pequeño escritorio de su compañero de cuarto. "De nuevo dejó su teléfono"
Cada domingo era lo mismo ¿es que acaso quería torturarlo?
Apagó la alarma y volvió a su cama, sin embargo, ya era tarde, se había despertado del todo.
Se dio vuelta hacia la pared tratando de volver a conciliar el sueño pero los gemidos de la habitación de al lado no le iba a dejar dormir, escuchó a un borracho ante su puerta cantando y recordó que la noche anterior se había celebrado una fiesta universitaria, que en realidad, era solo una excusa para emborrachrse hasta caer desmayados.
Suspiró.
Mejor era levantarse y empacar.
A mediodía ya estaba arriba del avión de vuelta a su hogar. Johnny era originario de Texas, en donde su padre era dueño de una pequeña zona rural en donde se situaba un importante criadero de caballos. El muchacho tenía algunos días para pasarlo junto a su familia y descansar un poco de lo irritable que podía ser Diego.
Maldito fue el día en que ambos se toparon en aquella habitación de la residencia estudiantil.
Aquel día, Diego se había mostrado simpático, amable y de inmediato le comenzó a llamar JoJo y le pidió a Johnny que le llamara Dio pero entre más pasaban juntos estudiando o haciendo cualquier cosa dentro de aquella habitación, la máscara de amabilidad de Dio se fue disipando hasta quedar una personalidad egoísta y ególatra que al tejano le ponía de los nervios.
Necesitaba buscar a un nuevo compañero pero por más que pedía al encargado del edificio que lo asignara a alguien más, siempre era la misma respuesta: Espera al año siguiente.
Al llegar al aeropuerto se encontró con su hermano y fue una grata sorpresa darse cuenta que ahora era Johnny quien lo sobrepasaba por algunos centímetros.
Los ojos azules de su hermano mayor estaban iluminados de felicidad al verlo y con un gran abrazo lo recibió. Johnny no estaba muy acostumbrado a las muestras de cariño pero a su hermano no podía negarle nada.
-Así que más alto.
-Te dije que estaba en crecimiento.- Ambos se rieron mientras Nicholas le ayudaba con el equipaje.
-¿Vas a pasar mucho tiempo? Quiero que veas a mi nueva yegua.
-Voy a pasar unos días solamente, solo tengo que enviar un informe por correo y luego estoy libre.
-Entonces vamos rápido, que quiero cabalgar con mi hermanito.- Le puso un brazo alrededor del hombro.
-¿Haz cuidado bien de Slow Dancer?
-Cuando la veas me dirás si está bien o no.- Nicholas volvió a sonreír.
Ya de camino a la casa de los Joestar, la música country sonaba en la radio de la camioneta en la que ambos iban.
-Me encanta romper estereotipos. -Dijo Johnny sarcástico mientras miraba por la ventana.
-Entonces... -El joven cambió la pista de canciones hasta llegar a una canción de Metallica.
El viaje se hizo más corto mientras ambos cantaban "Enter Sandman".
El rancho de los Joestar era pequeño a comparación con otros del condado, pero lo que le faltaba de tamaño lo compensaba con la fama y su calidad en la crianza de caballos. Muchas personas trabajaban ahí cuidando a los animales, domándolos y sacando el mejor partido posible a sus habilidades naturales.
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Love Again
FanfictionEn la época actual. Johnny Joestar, un pueblerino millonario que se da cuenta que su fortuna no es nada en una gran ciudad como Florida, viviendo casi en la miseria y sin poder soportar a su compañero de cuarto hace caso a la sugerencia de su amiga...