La joven de ojos carmesíes

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Todos los integrantes de Fairy Tail compartían un pasado oscuro, triste o mísero; el de algunos mucho más que otros. La mayoría de los miembros del más grande gremio de Magnolia eran huérfanos que Makarov había tomado y aceptado en su gran familia con los brazos y el corazón abierto y Liz no era la excepción de la regla, aunque tampoco era de lo que llamaríamos el promedio.
Compartía con pocos una magia poderosa y legendaria, junto con Natsu, Gajeel, Laxus y Wendy era una dragon slayer, una orgullosa integrante de Fairy Tail que, junto a sus compañeros, dejaba desastres a su paso con cada misión que realizaban, propagando la fama de poder y destrucción que su amado gremio dejaba a su paso.
Las peleas en el comedor y las fiestas espontáneas eran parte de una agradable rutina que Liz disfrutaba día tras día y eran algo que no cambiaría... O eso es lo que ella creía... 

Esa mañana la joven de cabellos negros se había levantado tarde, la fiesta de la noche anterior la había dejado exhausta y a duras penas había encontrado el camino de regreso a su hogar; a diferencia de varias de sus compañeras de gremio no vivía en Fairy Hills, tenía un departamento propio no muy alejado del gremio, donde se expandia a sus anchas sin necesidad de compartir su privacidad.

- Diablos, Natsu va a tratar de tomar pelea... - gruñó la joven, levantándose como resorte de la cama y corriendo al baño para darse una ducha veloz y vestirse con apuro. Compartía con el dragón del fuego la pasión por la pelea y el gusto por retar a cualquiera... Pero no tan temprano por la mañana. No era lo que se diría la voz de la consciencia de Natsu, diablos, habían iniciado más peleas juntos que nadie en el gremio, pero tampoco eran únicamente amigos. - Creo que nuestra relación no tiene nombre realmente... - le dijo a su reflejo mientras elegía su atuendo para el día.

Vestida con botas negras, jeans, una camiseta blanca y una gabardina negra sin mangas prácticamente corrió al gremio sin preocuparse por trenzar el mechón azul que tenía del lado izquierdo del cabello, que combinaba con su fleco del mismo color. Sentía que ese día tendría un poco de aventura extra.

De problemas y un dragón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora