Ayuda idonea

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– ¡Despierta! – una radiante voz me hablaba. Tocaba mi hombro, ¡era mi madre!, tomo el reloj rápidamente, son las 9:39am, me levanto y recuerdo que es sábado. ¡Había tenido un horrible sueño!, pero no le doy importancia y sigo con las cosas que tengo que hacer, comenzar otro día predecible, pero esta vez es el último sábado de verano.

Salgo de la habitación y me miro al espejo, siempre he odiado los espejos, me traen malos recuerdos, mal presentimiento, como si fueran portales, como si hubiese algo detrás, así lo he sentido durante mucho tiempo, pero al final mis pensamientos menguan e intento no creerme, si nadie creía en mi ¿Por qué yo debería de hacerlo?, tal vez tengan razón, estoy algo loca.

Alguna fuerza me mantenía de pie, me daba energía, era algo hermoso e inexplicable, casi como volar y poder tocar el cielo, o como poder crear un mundo mejor, sentía paz y lo único que deseaba era que ese sentimiento durara para siempre.

Ya me había familiarizado con las voces que habían en mi cabeza, si era un síndrome de locura posiblemente me estaba escuchando a mí misma, solo era mi conciencia. –No te preocupes– iba a cerrar otro capítulo, otro día perdido, ya era cotidiano ese proceso y no sentía esperanzas de que pudiese cambiar.

Entraba en un trance, ¿estaba dormida? –sabes la repuesta, ¡no seas estúpida! –. Estaba sentada, estaba en un pasillo, creo que ya había estado ahí. A mi derecha había un corredor, así que me levanté y camine por ahí, pero solo era una pared vacía, una salida ciega. Comenzó a hacer frio, en ese momento sonreí, recordé que había dejado mi abrigo en la habitación de mi mejor amigo la noche pasada. Sentía curiosidad por ese lugar, demasiada, podría decirse; toqué la pared y de pronto se llenó de flores, se llenó de vida, sentí esperanza, sentí compañía, lo cual era extraño porque no había nadie más conmigo, sentía sobredosis de amor, ¿amor?, en ese momento salí corriendo hacia done había estado antes, y mientras corría voltee a ver la pared, esta era igual que antes, ¿Qué había pasado?

–Debes ir más allá para conservar lo que tanto amas– ¡otra voz! ¡¿Quién es?! En un parpadeo de ojos había un niño frente a mí.

– ¡hola!, ¿Por qué corriste? – pregunto el niño muy curioso.

– Tenía miedo – respondí con firmeza.

– ¿Miedo de lo dulce? ¿Miedo del amor? –

– ¡sí! Miedo del amor– con mucha molestia respondí.

–Temes ser amada porque no sabes si podrás dar suficiente amor, ¿no es así? –

– ¿Qué dices? – sentía escalofríos de cada palabra mencionada por el niño.

–Lo noto en tus ojos– exclamaba el niño. –No mientas. –

¿Quién era él? ¿Por qué sabia tanto de mí?, me decía a mí misma.

– ¿Qué sabes sobre mí? – mirándolo pregunté.

–Tu vida. –

No me sentía completamente segura, no sabía que quería realmente, así que dudé y volví a preguntar

– ¿Qué sabes de mí? – En ese momento se acercó

–Ahora eres más callada– dijo el niño –Tus noches se han vuelto más largas, y tus heridas...Se han vuelto cada vez más grades. –

Estaba completamente asombrada y callé.

– Últimamente has comido menos. Miras tus brazos, ¡estas más delgada! Tu mente está llena de música muy ruidosa, pero... ¿sabes que es lo peor? –

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⏰ Última actualización: Feb 23, 2017 ⏰

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