Capítulo 1.

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Paso otro día más, en el mismo lugar. Una rutina diaria, compuesta por aburrimiento, pánico y reflexión. El tiempo realmente pasa rápido, aunque los momentos sean lentos. Días pasan como si fueran horas, el tiempo se pierde, intento tomarlo pero siento que se escapa, cada vez más rápido... Me agobia el hecho de saber que me voy a morir y pudrir dentro de este lugar, o también que ellos van a traspasar las barreras. Tuve la peor de las suertes al tener que pasar por estos momentos de crisis en el mundo, el cual se cae a pedazos. Civilizaciones formadas a base de miles de años se desmoronan tan rápidamente... No sé si salir adelante ante las circunstancias o simplemente morir, aunque creo que no queda otra opción. Al menos tengo a mi grupo, nosotros mantenemos a toda la comunidad en la que vivimos.

Me dirigí hacia la oficina principal del jefe de la zona. Él nos iba a ordenar una de esas misiones suicidas, una vez más. Buscar provisiones afuera para mantener a la comunidad. Después de todo qué se podía perder ahí, ellos dependen de nosotros pero... realmente nos importarían ya después de la muerte? Es más, algo nos importaría después de la muerte? Dudo que más allá haya algo. No creo en nada de eso, aunque he sido católico durante toda mi vida, junto a toda mi familia. En un principio imaginé que ellos estarían en un lugar mejor, con Dios y repletos de paz y tranquilidad, en el paraíso. Fue más que suficiente el tiempo de reflexión para darme cuenta que no era así. Están muertos todos, y ya no existen. Todos vamos a acabar de esa manera algún día.

-Hey, Smith. Tanto tiempo sin verlo -Dijo el jefe con un tono de cansancio, él sentía lo que yo. Era tan repetitivo que molestaba, el hecho de venir una vez por mes para hacer la misma mierda, realizar estas misiones es como jugar a la ruleta rusa con el tambor casi cargado en su totalidad. Raramente, de ser el caso, siempre toca el espacio vacío. Cada mes tengo otra oportunidad de vida. -Están listos para la misión mensual?

-Seh, supongo que no es novedad.

-Rutinas, mi pequeño amigo, he vivido y convivido con estas durante tres años. Vivo con la esperanza de que todo esto pasará.- Dice y toma un cuadro que tiene en su escritorio. Siempre suele mirarlo, en el están su esposa y sus dos hijas. Supongo que ansía verlas... pobre viejo. Aunque gracias a sus discursitos y pequeñas motivaciones este grupo sigue en pie.

-Bien, el grupo está listo, Morgan. Crees que es hora de salir?

-Si, buscalos de inmediato. Los espero en el portón.

Salí de la oficina y cerré la puerta lentamente. Corrí por los pasillos del lugar y bajé las escaleras. La zona de cuarentena es una universidad en ruinas, con un espacio bastante grande. Al pasar la puerta el frío rozó mi nuca, provocandome escalofríos. Caminaba mirando mis zapatos, escuchando el crujir de la tierra gris. Era momento de ir a buscarlos para la misión. Primero fuí por Rick, es uno de los más experimentados en la enfermedad, compañero de los que la estudiaron en un principio y conoce de memoria cada habilidad y debilidad que esta proporciona. Debe tener alrededor de unos cuarenta años, un viejo, ya entienden. Vive al lado de una de las torres centrales, no es difícil encontrarlo ya que siempre está ahí.

Unos cuantos pasos después lo encontré en la puerta, fumando, como siempre. Estaba sentado en un sillón viejo que puso afuera.

-Viejo, estás listo?- Le pregunté acercandome.

Se paró lentamente y dijo -Seh, en realidad ya te estaba esperando- Con su tono despreocupado. -Veo que vienes sin Kyle.

-Gracias, no lo había notado- Dije sarcastico y me golpeó en el hombro, riendo.

-Últimamente se va al techo más seguido, quizás esté ahi todavía.-Y señala al techo de la universidad.

-Era de esperarse...

Volví al edificio, sólo que con compañía. Subir, correr, dar la vuelta... y me encontré con esas largas escaleras. Empezamos a subir, paulatinamente más rápido por cada escalón. -Ya me estoy volviendo viejo para esto... -Dijo Rick un poco cansado.

-Ya casi llegamos, sigue subiendo.

Cuando llegamos al último piso pude ver su cara de felicidad, mezclada con cansancio. Se sentó en el banco de madera más cercano, mientras yo buscaba la llave para abrir la puerta. Al notar que la encontré, Rick se volvió a parar con dificultad, esperando a que la abra. La luz nos cegó un poco, pero apenas nuestra vista se acostumbró al ambiente pudimos ver a Kyle, sentado en el borde.

-Vamos, ya sabes qué día es hoy. -Le dije, y entendió rápidamente.

-Está bien, ya voy -Se paró y vino despacio -Ya nos esperan en la puerta o hay que avisarle a Morgan?

-Ya está todo hecho, es hora de ir.

Nos dirigimos hacia la entrada, para al fin iniciar la misión. Miré hacia arriba, contemplando el cielo gris. No iba a poder hacerlo con tanta seguridad por un rato.

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2017 ⏰

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