Las cadenas del amor

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- Yuu – escuchaba el agotado chico una suave y angelical voz que le llamaba – Vamos, Yuu, despierta – volvió a escuchar el moreno abriendo con gran lentitud sus profundos ojos verdes.

Su cuerpo estaba agotado, apenas podía moverse y su estómago rugía con fuerza debido al hambre, pero frente a él, el sonriente e iluminado rostro de Mika gracias a esa débil vela que luchaba por no apagarse, le hizo reconfortarse al instante, incorporándose sutilmente para embelesarse y perderse en aquel profundo azul de los ojos del rubio.

- ¿Qué ocurre, Mika? – preguntó bostezando, frotándose los ojos para deshacerse del cansancio.

- Te he traído algo para comer – sonrió Mika.

- ¿De dónde lo has sacado? – preguntó.

- Eso no importa, vamos, come.

Todo lo que había en aquella bandeja tenía muy buena pinta, una comida exquisita que el "ganado" como ellos jamás podrían disfrutar. Tan sólo eran unos niños que donaban su sangre a cambio de mantenerse con vida. Yuu miró al resto de sus hermanos dormir pero cuando fue a preguntar por ellos, Mika le respondió con su cálida sonrisa que ellos ya habían comido, sólo faltaba él. Con una sonrisa, cogió la cuchara para empezar a comer ese delicioso guiso, pero se detuvo al observar la venda en el cuello de su amigo. Por un momento, supo cómo había conseguido todo aquello.

Los ojos de Yuu siempre habían sido muy expresivos y Mika pudo ver en ellos la duda y la incertidumbre que se había generado en él. Supo lo que pensaba, lo aterrado y lo enfadado que estaba con él por haber hecho algo como aquello, por donar su sangre a uno de esos nobles vendiéndose por comida, vendiéndose él y sacrificándose para que el resto de su familia tuviera algo que llevarse a la boca.

- No lo quiero – dijo Yuu enfadado con un leve sonrojo en sus mejillas mientras apartaba el cuenco de él.

- Por favor, Yuu, come. Estás muy débil.

- No quiero nada que venga de ellos – gritó enfadado – no quiero nada por lo que tengas que sacrificarte tú.

- Es la única manera de sobrevivir. No me cuesta nada. A ese noble le gusta mi sangre y así puedo ser útil. Ahora come y luego te contaré la idea que tengo para escapar de aquí.

Yuu miró fijamente aquellos ojos azules llenos de confianza, de esperanza. Se dejó llevar por su sonrisa, siempre radiante y dispuesta a animar a quien fuera con ella. Estaba enamorado de Mika Hyakuya pero en aquel momento... siendo un crío, ni siquiera se había percatado aún de que esos sentimientos eran tan poderosos.

Estaba comiendo cuando Yuu se percató de algo, aquello no era real. En el espejo frente a él veía a un chico de dieciséis años, hecho y derecho comiendo aquel delicioso plato que le había traído Mika con tan sólo doce años.

- Esto no es real – susurró – sólo es un sueño, sí... es un sueño – se repitió a sí mismo perdiéndose nuevamente en la sonrisa de Mika, viendo cómo aquel vampiro se colocaba tras su amigo dispuesto a atravesarle el corazón con su mano – Nooooo – gritó Yuu justo cuando se incorporaba en la cama.

Sudaba y su respiración estaba acelerada. Las lágrimas brotaron de sus ojos recordando cómo aquel ser despreciable había mutilado a su amigo, cómo cortó su brazo, cómo lo lanzó al suelo como si fuera un vil muñeco de trapo al que podía ultrajar y romper cuando él quisiera. Lloró como nunca antes, sintiendo la impotencia recorrer su cuerpo, sintiéndose culpable por haber sido inútil, por haber sido un maldito cobarde que le abandonó a su suerte, abandonó a toda su familia. Aún podía escuchar cómo Mika le gritaba que se fuera sin él, que él ya estaba muerto.

Las cadenas del amor (Owari no seraph, Mika-Yuu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora