¿Qué hacer con lo que siento? 3

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Mi aburrimiento en la habitación era inmenso, pero sabía que de ir a la fiesta con los demás tal vez no podría evitar comportarme un poco posesiva con Sara, estaba tan bella con ese vestido corto de tonalidades negro y verde como sus ojos, que de seguro no le faltarían invitaciones para bailar o para hablar, y estaba segura como el infierno que de presenciar algo así, no me sería posible controlar los celos. Así que no había dudas, lo mejor era quedarme allí matando el tiempo.

De allí que cuando la vi entrar a la cabaña y cambiarse con planes de quedarse conmigo, me invadió una gran felicidad. Me mantuve lo más ecuánime posible, pero mis sentimientos estaban exaltados, mi corazón latía tan rápido que pensaba se me saldría del pecho.

Pensé en quedarnos allí viendo películas, pero al verla sacudir la cabeza ligeramente, como queriendo dejar de pensar, decidí que tendríamos nuestra noche loca de diversión.

Durante nuestra estadía en el complejo hotelero, no habíamos podido disfrutar de las instalaciones, siempre que terminábamos de trabajar o era muy tarde, o estábamos tan cansadas que solo pensábamos en ir a dormir. Una de las cosas que más nos había llamado la atención era el área de jacuzzi, pues constaba de tres diferentes; el primero, era redondo con especie de banco en toda su circunferencia, el segundo, era más grande y dividido en 8 secciones para dos personas, es decir, tenía como especie de 8 cubículos especialmente diseñados para parejas, y el tercero, era más como una piscina pero con una pequeña cascada en el medio y una superficie que servía de banco por toda la extensión de su borde. Ambas habíamos deseado y soñado con disfrutar de ésta última y luego para completar el relax, de unos buenos masajes, así que ¿Por qué no hacerlo en nuestra última noche allí?.

Sin adelantarle nada de mis intenciones, aumentando así su ansiedad y nerviosismo, nos escabullimos por diversas áreas del complejo hotelero para despistar a los de seguridad y por supuesto a ella misma. Al tener la certeza de que Sara estaba más pendiente de quién nos podía ver más que de a dónde nos dirigíamos, tomé su mano y la guié por el camino necesario para llegar a la sección de los jacuzzis. En la parte de atrás de la edificación había una puerta para los empleados. Se sorprendió al ver que estaba abierta y que entrábamos sin problema.

· Eli por Dios, si nos descubren aquí ... ¿qué les vamos a decir? – Me preguntó en susurro mientras miraba hacia los lados con temor.

· La verdad. Que no podíamos irnos de aquí sin probar ese espectacular jacuzzi – Respondí con desparpajo y encogiéndome de hombros.

· ¡Cristo! Estas ...

· ¿Loca? – La interrumpí divertida – Te dije que sería una noche inolvidable.

Antes de que pudiera responderme o decir algo abrí la puerta que daba acceso desde el área de empleados al área de nuestro interés.

· Bienvenida a la noche de relax – Le dije sonriendo ampliamente y señalando hacia los jacuzzis y al área de masajes.

Sara se quedó paralizada y en shock unos instantes mientras asimilaba lo que veía. Desde el día que tuvimos que fotografiar esa área, había hablado con una de las empleadas para un servicio especial para esa noche. El servicio incluía un baño de sales minerales en el jacuzzi grande y luego una sesión de masajes con chocolate.

No tenía ni la menor idea de cómo plantearle lo que había planificado sin que pensara mal de ello, y cuando se entusiasmó con lo de la fiesta, pensé que sería una verdadera lástima disfrutar de aquello sin ella. Estuve a punto de llamar para cancelar todo, pero mientras me debatía en qué sería lo mejor, llegó a la habitación y en ese momento di gracias a Dios de no haberlo cancelado.

Vivir otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora