Sentir otra vez 5 Final

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Estaba muerta de miedo. No sabía exactamente que perseguía al entrar allí, pero de una cosa si estaba segura, no podía mantenerme un segundo más lejos de Elizabeth. Cuando entré, no sé lo que esperaba, pero el verla acostada en la cama despertó todos mis sentidos, ver sus largas piernas, su abdomen plano y la silueta de sus senos fue como encender una fogata en mi interior.

No era la primera vez que la veía así, pero luego de sentir sus labios horas antes, ya no podía pensar en ella como simple compañera de casa, ya no podía ver sus manos y no desear sentirlas por todo su cuerpo, ya no podía verla y no desear algo más que un simple abrazo. Fue por eso que sentirla en el baño mientras ella se bañaba, me había nublado la mente y me había hecho desear con demasiada desesperación estar allí adentro con ella.

Me asustó la intensidad de mis deseos, pero era un hecho que después de lo que habíamos hablado, sólo quedaba una manera de averiguar qué era todo aquello que estaba sintiendo. Sin embargo, al encontrarme con la mirada de Elizabeth me paralizó. No sabía qué hacer o qué decir. Observé como Eli se levantaba de su cama y caminaba hacia mí y a medida que lo hacía, las dudas de estar allí me embargaron.

· Lo siento, no quería moles ...

· Ssssssssshhhhhhh - Me interrumpió - No digas nada - Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. Me haló lentamente para que entrara en su cuarto. Cerró la puerta a mis espaldas y comenzó a caminar hacia su cama. Traté de que el miedo no me invadiera, pero mis piernas me traicionaron al negarse a continuar. Eli se volvió hacia mí y me sonrió.

· ¿Confías en mí?

Asentí. A pesar del terror que sentía por lo que podía suceder, no podía negar que me sentía segura con ella. Al llegar a su cama nos acostamos, sin embargo al contrario a lo que pensaba pasaría, ella sólo me atrajo hasta su pecho y me rodeo con sus brazos.

Pasaron algunos minutos antes de que mi cuerpo comenzara a relajarse. Poco a poco fui más consciente de la suavidad de su piel, de su olor, de lo cálido que se sentía. Poco a poco la necesidad de sentir más de ella se hicieron presente otra vez, por lo que di rienda suelta a lo que mi cuerpo pedía a gritos.

Con la punta de mis dedos acaricié lentamente su cuello, sus labios, su hombro, el contorno de su clavícula, el borde de la franelilla que bordeaba el inicio de sus senos. Para ese momento, su respiración se había acelerado al igual que la mía y cuando rocé sin querer la punta de uno de sus senos, retuvo la respiración y de inmediato tomó mi mano y la apretó ligeramente.

· Bebé ... - Dijo con dificultad y sin abrir los ojos - Si sigues haciendo eso, no sé si pueda controlarme.

El escucharla llamarme "bebé" me derritió y me llenó de alegría. Por alguna razón, esa simple palabra incrementó mi necesidad de ella. Levanté mi cabeza hasta lograr mirarla a los ojos.

· Si no lo hago, creo que perderé la cabeza - Contesté.

Se quedó mirándome sólo unos segundos antes de besarme con urgencia pero con ternura al mismo tiempo. Tomó mi cabeza por detrás para acercarme más si era posible. Yo ajusté mi cuerpo para quedar encima de ella y deleitarme con sus manos que no dejaban de acariciar los costados de mi cuerpo, mi espalda y mis glúteos.

Al separarnos para tomar aire, Eli nos giró para quedar ella arriba. Se apoyó en rodillas y brazos para no descansar su peso sobre mí. Con su mano acarició mi cejas, mi nariz, mis labios, mi barbilla para luego realizar el mismo recorrido pero con su boca. Al sentirla sobre el lóbulo de mi oreja, un gemido escapó de mis labios. La combinación de su aliento con la suavidad y calidez de sus labios fue más de lo que alguna vez había sentido.

Vivir otra vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora