Quizá era un joven genio incomprendido o un artista descubriéndose a sí mismo. Tal vez solo era un chico más, un alumno más, un compañero más o un hijo más. No importaba en realidad lo que fuera o dejase de ser, nadie me iba a apreciar siendo yo quien llegué a ser.
Vivía una vida sencilla, sin pequeñas emociones ni grandes preocupaciones. No acostumbraba a cumplir con las pocas obligaciones que dicen tengo por el tiempo que llevo viviendo, pues no eran de mi interés y no me facilitaban seguir creciendo.
La tranquilidad se acabó una vez que descubrí más sobre mí. Se definieron mis pasatiempos, y de igual forma, mis preferencias. No tendría que haber habido ningún inconveniente con ello, mas a la sociedad no le pareció un comportamiento correcto, y una vez pasada la pubertad, ya nada volvió a ser igual.
Las diferencias aumentaron, también las incomprensiones. Los golpes siguieron a los insultos, no antes que las emociones. Todos los días lo mismo. ¿Quién no se acabaría hartando? Pero cansarse era lo peor, interpretaban una victoria, y como buenos campeones que son, luego buscaban otra.
"A mí me pudo pasar como a otro una enfermedad. No es algo que pueda evitar, me ha tocado y ya está", me convencía a mí mismo, mientras lloraba en la oscuridad.
Uno no pareció un día distinto a los demás, mas ahora lo recuerdo como el día más especial. Regresaba, arrastrando los pies y con la moral baja, de la casa de la familia que no estaba dispuesta a aceptar mi excepcional identidad, la que no tuve opción de elegir y me tocaba interpretar hasta que llegase el fin, fuera el mío o el suyo, resultado de tanta agresividad.
Me dirigí como cada día al que era mi preferido lugar, aquel en el que invertía mi tiempo y donde encontraba mayor número de escenarios dignos de fotografiar.
A través de los arbustos, árboles y plantas silvestres, crecidas a causa del abandono de aquel insólito solar, avancé hacia la cueva, esa pequeña cavidad que resultaba tan afable y confortable como cualquier hogar.
Fue entonces cuando lo vi para no volverlo a olvidar, con largo cabello negro que la piedra alcanzaba a acunar y rostro calmado que me logró cautivar. A pesar de que sus ojos no abiertos se encontraban, me permití imaginar cómo de intrigantes resultaban para alguien que como yo, solía ocultarse y observaba.
No tenía razón para esconderme encontrándose él en aquella posición, aunque lo hice pese a todo detrás de una pequeña imperfección situada en la pared, oculta de su visión.
Sin perder la oportunidad única que se me brindaba, la de inmortalizar entre mis recuerdos la escena que de presenciar acababa, saqué de mi mochila una de tantas cámaras instantáneas y me asomé, con los nervios a flor de piel, apuntando el objetivo hacia el muchacho que nunca llegaría a conocer.
No comprendí cómo otra persona había encontrado aquel rincón ni cuál era el motivo por el que me causaba tanta desazón, pero aun así presioné el botón y recogí mi futura nueva adquisición.
Levanté tímido la vista hacia el chico que, ante el sonido de la cámara, había abierto los ojos con apreciable desidia, resultando estos dos perlas frías. Fijó su mirada en la mía con tal apatía que a cualquiera fácilmente intimidaría. Intuyendo mi impresión, sonrió y yo, ante semejante situación y actuando únicamente por intuición, volví a enfocar mi cámara antes de irme corriendo de allí.
Invertí el resto de la tarde caminando impaciente, no esperando nada en realidad. No prestaba atención a las calles que recorría, sólo esperaba ansioso a poder ver las nuevas fotografías. No me había atrevido a guardarlas, para recordar que aquella visión no había sido una de tantas pesadillas.
Finalmente pasó el tiempo necesario, mas un miedo repentino me recorrió de arriba a abajo. ¿Qué pasaría si las había estropeado? Y de todas formas, ¿por qué me interesaban tanto unas instantáneas que enfocaban a un chico extraño? Antes de enfrentarme a ellas, decidí sentarme en algún lado, y una vez relajado, analizarlas con contenido entusiasmo.
Y así procedí, y allí mismo por primera vez, y sentado en aquel banco viejo, fue cuando me enamoré.
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Mi Futura Nueva Adquisición
Short StoryQuizá era un joven genio incomprendido o un artista descubriéndose a sí mismo. Tal vez solo era un chico más, un alumno más, un compañero más o un hijo más. No importaba en realidad lo que fuera o dejase de ser, nadie me iba a apreciar siendo yo qui...