Perspectiva

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Estaba ahí, de pie junto a la oficina de la psicóloga, con una taza de té caliente entre mis manos. Bebía a pequeños sorbos, respirando para "calmarme". Tenía los ojos algo enrojecidos, me veía mal, era un poco demasiado obvio que había llorado.

Y lo vi, a ese chico que tal vez era el primero al que creía que le gustaba.

Se acercó a preguntarme si yo estaba bien, casi dando saltitos. Yo estaba bastante bien como actriz, por eso había preferido armarle una pequeña tragedia teatral a la psicóloga para no tener que jugar fútbol. Y no tuve mayor recelo en confesarlo.

-¿Segura estás bien?

-Sí, tú lo dijiste, soy buena actuando-no dejó de mirarme con el ceño fruncido.

Otra chica se había acercado.

-Que no, que no me pasa nada-le respondí para evitar la pregunta.

-Tranquila, que tener churreta no es malo-me respondió con la ironía que siempre exudaba.

Me reí y la ignoré un poco. Una anécdota más para contar.

Y del chico había decidido despedirme. No despedirme diciéndole adiós, sólo olvidar lo relacionado con él. La esperanza es mala como bien nos explican en la Caja de Pandora. No valía la pena aguantar por unas gotas de esperanza.

***

Se me había ocurrido entrar a un concurso de poesía, algo que me ha gustado desde pequeña. Algunas filas de sillas del auditorio estaba reservadas para los participantes, y ya casi todo estaba lleno, no había reservaciones ni nada parecido, así que encontrar un asiento disponible si llegaba tarde sería cuestión de suerte. Y estaba de suerte. Sólo quedaba un asiento. Aceleré un poco hasta llegar allí y pase casi pisando a un par de chicos que se habían sentado en el extremo.

Me saludó, y eso se me hizo un tanto extraño a falta de costumbre. Pero él era bastante simpático, hablamos de varias cosas, algunos comentarios y otras cosas.

-¿Estás nerviosa?-me preguntó luego de un rato.

-No, la verdad que ya no. Igual no voy a ganar-le respondí con un poco de desgano.

-No, pero si tú eres muy buena-me respondió con el ceño fruncido de un modo que me resultó gracioso.

-Sí, pero es en grupo, y ni siquiera se saben bien el poema-seguí hablando sin darle importancia, me encogí de hombros.

-Te he visto, en serio que vas a ganar. En esa obra en la que saliste de Mariangula* fuiste genial-me quedé un momento pensando en lo que decía.

Tuve que procesar mis memorias, yo no recordaba esa obra. Pero él no sólo recordaba una obra, sino que recordaba algo que había pasado hace 3, o casi 4, años. Yo tenía 12 y no creo que haga falta decir que no soy muy popular, pero en ese tiempo tenía una amiga, sólo una. Sonreí un poco.

-Es que estoy acostumbrada a esas cosas, desde pequeña, tampoco es mayor gracia.

-Yo sólo estoy haciendo esto por una nota para Lenguaje, estoy al borde de los supletorios.

Y entonces me di cuenta de que en mí debía haber algo más que esa chica que pasaba en el fondo del salón sin hablar, la que no tenía muchos amigos. Él me recordaba, un chico de último año, del grupo de los admirados y fiesteros, incluso un tanto atractivo.

Otro par de rondas de comentarios superficiales, y otros no tanto. Luego de eso pasé al frente, hice lo que pude sobre el escenario, escuchando la sangre al golpear mis venas. "...varios tragos es la vida y uno solo es la muerte" recité y dejé caer mi cuerpo sobre las tablas del escenario. Bajé entre felicitaciones, lo había hecho bien, pero no quise un poema para hacer que la juez se conmueva , no ese de "yo nunca serviré pa' comisario" que había visto ganar varias veces. No tuve ayuda, no tuve tiempo. Fui fiel a mi estimado Miguel Hernández.

Regresé a mi lugar, y él seguía sentado. Me hizo señas, entusiasmado, de que me sentara ahí mismo. Otro par de felicitaciones, otro par de quejas. Luego, al levantarse para ir a hablar sobre Los Borgia, se despidió con un beso en la mejilla. Vaya despedida para verlo a un par de metros.

Nada extraño, la mayor parte de personas saludan y se despiden así, yo prefiero atravesar la mano antes que acercarme, pero para el resto es normal. No es nada especial. Hasta que a la otra chica de la fila, que sí tiene pinta de ser su amiga, no la besa.

Y quisiera poder escribir que algo más pasó, que sentí algo más. Pero amarré, e incluso torturé, a las mariposas de mi estómago. Porque luego de un par de meses el se habría ido, y no habría tenido yo el coraje de pedirle su número de celular. Sé que existe facebook, pero yo estoy aislada de eso, por eso no puedo acceder a otros terrenos de la socialización. Un par de mariposas lograron escapar, pero yo ya no sentía mucho.

***

En vez del uniforme, se había puesto una chompa roja, muy roja. En el evento de despedida de último año podía distinguirlo bien, y estaba cerca. No habría otra oportunidad. No habría otro momento. No podría esperar si quería que algo sucediera. Pero asesiné a la última mariposa y la dejé clavada con un alfiler junto a las otras. La mariposa no era grande, y estaba fría, y pude extirparla sin mayor perjuicio.

Esa es mi manera de decir que quise olvidarlo. Tanto así que no lo saludé cuando lo vi el próximo año lectivo.

_____________

*Mariangula: una leyenda ecuatoriana. La resumo para ustedes: A una chica la mandan a comprar carne y se gasta el dinero con sus amigos. Destripa cadáveres frescos y su mamá los vende porque tiene su kiosko de comida. Luego vienen las almas en pena a reclamar sus tripas... la destripan. Adorable.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2018 ⏰

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