Sam Montero

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Sam Montero comenzó a escarbar en los cajones de su escritorio en busca de la ficha que tenía sobre Miguel Contreras. Aún no sabía que implicación tenía con el caso de los robos, pero estaba seguro que estaba metido en el delito hasta el cuello, cómplice junto con su hijo. ¿Para qué? Le encantaría saberlo, pero mientras no obtuviera alguna prueba más concreta no llegaría a nada.

Estaba por rendirse, cuando su mano chocó con un marco fotográfico.

Cerró los ojos.

Sabía muy bien qué foto había allí, y aunque sabía que no debería volver a verla, la sacó de todos modos.

Cuando sus ojos se abrieron, se empañaron de lágrimas. Una foto de él y Henry, justo una semana antes de que todo terminara entre ellos.

10 AÑOS ATRÁS…

Salió de su casa ansioso por empezar el nuevo curso escolar. Pedaleaba su bicicleta con entusiasmo, sin dejar de sonreír. No podía creer que solo le quedaran dos años para terminar la escuela obligatoria.

Empezar un nuevo año significaba estar más cerca de su sueño de convertirse en el nuevo comisario de la ciudad y, también, significaba desprenderse un poco de su muy aprensiva madre. No es que ella fuera cruel o una mala madre, por el contrario, los amaba a todos, a los seis, y de forma equitativa, aunque fuera extraño. Solo era una mujer posesiva con sus hijos. A sus propios hermanos les costó mucho independizarse con ella cubriendo cada detalle de sus vidas, pero lo hicieron, y ahora solo quedaba él y sus hermanos David y Sofía, mellizos y los más pequeños de la familia.

Zoe, Alex y Daniel eran los mayores y ya estaban fuera de la casa.

Alex y Daniel vivían en la ciudad mientras estudiaban, Zoe era la mayor y ya tenía su propia familia, los mellizos, Sofía y David, habían decidido trabajar en el rancho junto a su padre y estaban en en su último año escolar. Y finalmente estaba él, que estaba en su tercer y penúltimo año en la escuela. Ya tenía 17 años, lo que significaba que justo a los 19 años terminaría y estaría en la edad promedio para entrar a la Academia y de ahí en adelante solo debía esforzarse hasta llegar a ser elegido para estar a cargo de la comisaria del pueblo.

No era un sueño poco realista, sabía que podía lograrlo así que cada año se esforzaba al máximo en la escuela y trataba de ir a todas las charlas sobre el tema que hubiera.

Pero estos dos últimos años era los más importantes.

Había hecho un buen trabajo los años anteriores logrando que sus profesores le respetaran y confiaran en lo buen alumno que era, pero ahora comenzarían los años decisivos. Necesitaba las recomendaciones de la mayor parte de profesores que pudiera conseguir, y si consiguiera la del director, aún mejor.

Media hora más tarde dejó su bicicleta asegurada en el estacionamiento que había en la escuela para ellas y entró saludando al portero y a todo adulto que encontrara en el camino.

—¡Sam! —llamó la voz conocida de su hermana. Ella había llegado antes junto a su hermano en la camioneta que papá les había regalado. Le habían ofrecido llevarlo, pero Sam prefería su bicicleta—. Hey, demoraste mucho, me estaba preocupando.

—Hermana, no es primera vez que uso mi bici, no sé por qué el escándalo.

—Bueno, ya sabes, han pasado cosas a algunas chicas del pueblo de camino a…

—Primero, soy un chico, hombre, y segundo, mírame, soy grande y tengo fuerza gracias a los trabajos de papá, ¿de verdad crees que me podría pasar algo?

Sam MonteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora