Había una vez una ciudad lejana, perdida en el mapa, pero conocida por sus leyendas, especialmente la de la esclava de la luna.
Cuenta la leyenda que hace muchos años, la gente que vivía en esta tribu era muy pobre, pero siempre se destacaba por la humildad y la sencillez de sus habitantes. El pueblo estaba rodeado por enormes bosques, lo que dificultaba su entrada.
Sin embargo, no tan alejado del bosque se encontraba la vivienda de una bella joven, de cabellos rizados y tez morena. La joven era tan hermosa que todos los hombres la cortejaban, pero ella no hacía caso a ninguno de sus pretendientes; buscaba a alguien que se fijara en ella por quien era y no por cómo era. La joven soñaba con conocer el amor más allá de la belleza.
Una mañana muy nublada, llegó a la ciudad un joven muy apuesto, en busca de conocer a tan bella doncella, de la que todo el mundo hablaba. Los ciudadanos, indignados por el porte del buen mozo y por miedo a que éste fuera el afortunado de conquistar a la muchacha, lo guiaron hasta el bosque, donde se encontraban los lobos hambrientos. El muchacho actuando de buena fe, se dirigió hacía donde le habían señalado; pero a penas se topó con el bosque, un escalofrío corrió por su cuerpo alentándolo a no entrar, pero él prosiguió. Mientras más avanzaba se daba cuenta que había cometido un error, pero ya era demasiado tarde. Cuando se percató una jauría de lobos hambrientos lo estaba siguiendo. El joven corría y corría, lo más fuerte que podía y sin pensarlo tropezó con una roca y calló rodando por un barranco.
La joven doncella pasaba por el bosque cuando sintió los aullidos de los lobos y se dio cuenta de que estaban persiguiendo a alguien. Siendo más astuta lanzó una prenda de su ropa llena de sangre, que envolvía un trozo de carne, para desviar la atención de las bestias.
Cuando los animales se alejaron del muchacho, ella bajó hasta donde él estaba para ayudarlo; pero cuando llegó hasta donde se encontraba, se dio cuenta que estaba desmayado. Sacando fuerza de donde no tenía lo arrastró hasta su choza.
Con muchos cuidados fue haciendo que el joven mejorara, pero sin darse cuenta que se estaba enamorando, sin saber si sería correspondida. Los días fueron pasando y el joven de a poco se iba recuperando, gracias a sus cuidados.
Un día de mucho sol, el joven abrió los ojos y se vio reflejado en unos enormes y bellos ojos tan azules y cristalinos como el agua del mar. Se levantó confuso, pero terminó aún más confundido al ver la tierna mirada de su enfermera. No sólo él estaba confundido, sino que ella había confirmado su más grande temor, estaba completamente enamorada de un extraño. El joven quiso levantarse, pero ella lo tomó con sus manos y acariciándolo lo recostó nuevamente. El muchacho sorprendido por lo sucedido, no supo que hacer, si vengarse de la gente, o salir en busca de lo que había venido buscando; pero se dio cuenta que lo primero que tenía que hacer era recuperarse, así que sin pensarlo demasiado, se abandonó a los cuidados de su enfermera.
Fueron pasando los amaneceres, y junto con ellos el tiempo sólo era un niño que jugaba con la ilusión de los jóvenes. El iba mejorando lentamente, pero se fortalecía con la sonrisa enamorada de la muchacha. Ella, sin embargo, sufría por no saber si era correspondida en el sentimiento que crecía dentro de su pecho todos los días.
A medida que mejoraba, pudieron ir saliendo del encierro al que ya estaban acostumbrándose. De a poco ella fue mostrándole los diferentes paisajes que los rodeaban, los olores que la envolvían gracias al perfume de las flores; y sin más remedio el joven se fue envolviendo en una mirada profunda hacia su enfermera, se había enamorado.
Un atardecer, en complicidad con la luna, que esperaba ansiosa para hacer su aparición el muchacho llevó a su bella amada hasta un hermoso lugar que había descubierto en una de sus caminatas. El lugar era realmente hermoso, se encontraba rodeado de árboles que servían de escondite, lleno de bellísimas flores que perfumaban el ambiente. Éste daba a un barranco en el que se podía presenciar el ocaso, era tan bello, se podía presenciar la inmensidad del mundo. Además de la ayuda de la naturaleza, había decorado todo con tanto amor, no podía seguir esperando, su corazón saltaba de emoción y parecía que le iba a estallar el pecho.
A penas llegó la joven, el le cubrió suavemente con sus manos los ojos, para llevarla hasta donde le esperaba una gran sorpresa. Al llegar, poco a poco le fue sacando las manos para que sus ojos fueran descubriendo ellos mismos lo que le esperaba. Él la miró tan dulcemente, que ella pensó que tenía desnuda el alma, y como una suave brisa le expresó todo el amor que crecía por ella, y sin darle tiempo a respirar la besó, el mundo a su alrededor tal cual lo conocía había cambiado. Sin darse cuenta se enamoró de lo que le había traído por esa tribu tan lejana.
Para ellos el tiempo pasaba tan rápido y disfrutaban cada instante juntos; pero no sólo el tiempo corría rápido, sino también el aire cubierto de intrigas; y para ese momento la tribu se había enterado de las noticias y se sintieron traicionados. Ellos sentían que al rechazar el amor de los pretendientes de su mismo pueblo, era darle la espalda a los que la habían acogido. Entre los vecinos organizaron un plan, que básicamente consistía en matar al muchacho para que con ello la joven pagara por su desprecio.
Este plan, para ser ejecutado no se hizo esperar, y en un día de lluvia, donde todo se hacía confuso y la neblina era espesa, una muchedumbre se acercaba hasta la choza de la joven pareja con antorchas en las manos y el odio en sus miradas. Los enamorados sintieron la necesidad de huir por el presentimiento de que algo malo estaba por suceder. Cuando se asomaron por la ventana y confirmaron sus temores, sin dudarlo salieron corriendo, pero era demasiado tarde, el calor de las antorchas ya quemaban sus pasos, estaban tan cerca que no pudieron escapar.
Un grupo de jóvenes atrapó a los desgraciados enamorados y los separaron. Las mujeres la sostenían y le profetizaban desgracias, pero a ella no le importaba, sólo luchaba por tratar de librarse de los brazos que cumplían la función de cadenas, pero por más que luchara lo único que conseguía era avivar el odio del pueblo.
El muchacho no corrió la misma suerte, a penas sus verdugos lo capturaron, lo apartaron de la vista de su amada, y sólo un grito se escuchó para silenciar el alma del bosque. Sólo un grito le bastó a la joven para saber que su amado había sido ejecutado, un solo grito bastó para que el alma saliera de su cuerpo para dejarla muerta en vida.
La noche se tornó oscura y el aire espeso hacía imposible que se respirara, con el cuerpo pesado y sin fuerza hasta para llorar, el alma de la joven que se había marchado en busca de su amor, dejando así una joven sin razón. Pensando que todo era una mentira, logró desatarse de las cuerdas que la oprimían. Sigilosamente llegó hasta su escondite, llegó a ese lugar que fue testigo del nacimiento de su amor, y creyendo ver en la luna los ojos de su enamorado, se lanzó al vacío, quedando como una esclava de la luna.
El pueblo, al día siguiente al no encontrarla, pensó que la luna se la había llevado con ella para evitarle el sufrimiento, solo en ese momento, fue cuando se dieron cuenta del daño causado y sus vidas se arrepintieron, mientras que sus almas se avergonzaban de los actos cometidos.
Hay quienes afirman que el alma de la muchacha sigue repitiendo el mismo crimen ante los ojos de la luna, y el bosque llora su pérdida. Hay quienes dicen que el grito del joven se escucha todavía ahogado, entre las copas de los árboles y el susurro de las flores; pero los visitantes que llegaban hasta el pueblo maravillados por la historia, aseguran que dentro de la luna llena, desde aquel lugar donde se lanzó se puede observar la figura de un hombre y una mujer abrazados. Esa es al historia de amor de la esclava de la luna.

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ESCLAVA DE LA LUNA [One-Shot]
Cerita PendekCUENTO CORTO Había una vez una ciudad lejana, perdida en el mapa, pero conocida por sus leyendas, especialmente el de la esclava de la luna.