¡Ni se te ocurra!

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¿Qué tal? Aquí estoy, caminando con un desconocido, que me ha echo reír muchísimo, como yo a él, hacia un supermercado, no lo he pateado aún porque no ha hecho nada malo. Cuando llegamos me hizo una tonta pregunta.

— Okey, ¿Qué compro? - Me preguntó, fruncí el ceño.

— Em ¿Qué voy a saber yo? - él sonrió de lado.

— Eres mujer... Debes saberlo. - Levante mis cejas.

— Interesante, tengo un machista a mi lado, haber señor las mujeres son las únicas encargadas de la casa, ¿Por qué no buscas a tu novia para que te diga que comprar o que no? - dije fastidiada pero con un toque de humor.

— Veamos señorita regañona, primero no soy machista, no te lo tomes tan a pecho y segundo para aclarar, más que todo, no tengo novia en este momento nena. - Dijo coquetamente.

— Bien, no me lo tomaré a pecho - dije irónicamente y volviendo a mi tono normal dije - y no coquetees conmigo Bieber, vamos a comprar lo que toda persona debe tener para alimentarse.

— ¿Qué? - dijo haciéndose el desentendido.

— Como que ¿Que? ¡Comida! ¡Idiota! - dije rodando los ojos.

— Lo sé no soy tonto, solo que eres tierna cuando respondes así, te pones roja y pareces un tomate. - Reí ante sus palabras.

Estaba comenzando a buscar por los pasillos, tome dos paquetes de galleta Oreo, Justin estaba en quién sabe dónde. En eso escucho a una señora quejándose de forma histérica.

— Buscare un guardia de seguridad, niño falta de respeto. - la señora dijo una serie de insultos, intente seguir con lo mío, pero cuando pase al siguiente pasillo me percaté de a quién le estaba gritando la señora, era a Justin, ambos tenían una salsa para pastas en la mano, cada uno estaba en un extremo jalándola para ver quién se la queda. ¿No puede ser algo menos infantil? Genial ¿qué hago intervengo o me voy? Bueno.

Le di media vuelta al carrito y lo deje en el extremo del pasillo y me devolví con el par de infantiles, lo sé soy muy buena persona.

— Disculpe - dije para la señora quién no me hizo caso. - Justin - lo llame esta vez, me miró de reojo, pero no soltó a la salsa de pasta.- ¿Pueden parar? - dije fuertemente, y me parece que la señora tenía un pequeño problema auditivo ya que pego un salto y soltó la salsa, Justin se fue un poco hacia atrás, pero no cayó, aunque no pasó lo mismo con la señora, ya que ella si se cayo y quedó inmóvil en el suelo.

— ¡La mataste! - dijo haciendo que me sobresaltara.

— ¡Claro que no! - exclamé horrorizada. - Ella... So... Solo se quedo dormida.

— ¿Cómo que esta dormida? ¡Soy muy joven para ir a la carcel! - Dijo exaltado.

— Apuesto que ya has estado ahí. - Dije tratando de calmarme.

— Bueno si, pero no voy a estar por culpa de otra persona. - Sobre el bullicio de gente que se formó, escuché una voz llamando a alguien.

— ¡Mamá! ¡Mamá! - cada ves se acercaba mas. - Aquí estás, ¿Mamá? - dijo una mujer de unos 40 años, estatura media, cabello castaño, piel morena, mientras se agachaba a su lado. - ¿Qué sucedió Aquí?

— Ella... Yo... La salsa... - comenzó titubeando Justin, aunque rápidamente tomo un porte seguro.

— ¡Mamá! Déjate de juegos, mira cómo tienes a este par de muchachos. - dijo mirándome ya que mi cara probablemente estaba más pálida de lo normal... Espera dijo ¿juegos? Mi asombro y molestia se hicieron presentes. En eso el cuerpo de la señora mostró una sonrisa y abrió un ojo.

El chico del país de mis vacacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora