Estaba muy enamorado de Jessica. Ella era una mujer de silueta espectacular, mirada dulce , labios carnosos, cabello ondeando ,pero sobre todo poseía una delicadeza propia de una princesa. Había llegado el verano y como todas las tardes me quedaba conversando con ella en las escaleras de su casa. Los minutos parecían horas con tan solo ver como hablaba parecía que de sus labios brotaban flores de diversos colores y el sonido que nos rodeaba desaparecía. Fue entonces que ella notó como la miraba. Así que acercó su rostro al mío y me dijo "por qué me mirás así", "Cómo así" le contesté. "Parece que estuvieras soñando despierto" me dijo con una sonrisa traviesa. Entonces tomé valor y le dije "te quiero y me gustas" . Inmediatamente, su rostro se ruborizó y de manera casi sincrónica nuestros labios se iban acercando, pero cuando sólo faltaban milímetros para plasmar nuestros sentimientos, sentí como si docenas de mariposas revolotearan en mi estómago,¿será el amor? me pregunté,pero no; en su lugar fue un sonoro, largo y oloroso pedo. Ella con su rostro totalmente desencajado gritó "¿Qué asco?". No la volví a ver hasta después de diez años cuando nos cruzamos en un supermercado. Nos saludamos e inmediatamente y sin decir palabra alguna nos pusimos a reír recordando aquel momento.