-Negro.
Todo se ve negro.
No. Nada se ve, porque todo es negro. Creo escuchar a alguien hablar, no se quien es y tampoco entiendo lo que dice, no sé si habla de mi, si me habla a mí, con alguien más, o si simplemente este alguien habla consigo mismo.
No puedo moverme, no siento un solo órgano moverse dentro de mi, ni siquiera sé si estoy respirando o si mi corazón sigue latiendo, pero, que más da?, no recuerdo que ha pasado, pero el hecho de que no sienta nada tanto física como emocionalmente es algo placentero, no me mal interpreten, me refiero a que el hecho de que no siento nada, me parece placentero porque no me duele nada y no siento nada, puede que en este estado sea vulnerable a cualquier cosa, pero no importa ya que no lo sentiría. Cualquier persona podría golpearme, insultarme, o hasta intentar matarme y ni siquiera me inmutaría ya que al no sentirlo no me daría cuenta.
De un momento a otro un agudo sonido llamando mi nombre provoca que reaccione y hace que sienta todo de nuevo, los colores, el olor, las emociones y el dolor.
Intentó incorporarme y abrir mis ojos, sin embargo, solo logró realizar la segunda opción y en ese mismo instante un golpe sordo me martillea la cabeza pero poco después el sonido desaparece siendo remplazado por una voz que encuentro familiar. Intentó ubicar de donde proviene, pero mis ojos aún no se acostumbran a la brillante luz blanca que alumbra este lugar, por lo que solo distingo manchas.
Abro y cierro los ojos repetidamente intentando conseguir una imagen más clara y a pesar de que me toma unos segundos, el esfuerzo comienza a hacer efecto.
Una vez que distingo lo que está a mi alrededor, la figura de un hombre aparece ante mi, no lo reconozco, el no voltea a verme, pero a pesar de que no lo reconozco, su voz...
Esa voz la conozco, no sé de qué, ni porque, en un intento de recordar porque esa voz es tan familiar, en el momento en el que estoy apunto de saberlo, en cuanto puedo sentir el recuerdo de ese hombre...-Negro.
Pero esta vez es distinto, no es placentero.
Me duele todo, no puedo moverme y mis oídos parecen explotar una y otra vez, gritos de voces familiares pero a la vez desconocidas inundan mi cabeza, tan fuerte, que de momentos parece que no se escuchara nada más que un sonido sordo que no se detiene.
De repente siento que mi cuerpo se relaja, el volumen de las voces disminuye y en cuanto una cálida mano agarra la mía, todo desaparece, y me desvanezco en una infinidad de oscuridad, silencio y necesidad.