Miraculous Ladybug: La Secuela.

Violoniste

Marinette

Estaba muy pensativa desde que llegué a casa luego de ver al Maestro Fu. Incluso tuve problemas para dormir.
Ya era otro nuevo día y me arreglé para ir a la escuela. Salí por la puerta y le hablé a Tikki:

     —Tikki... ¿Crees que deba hablar de esto con Chat Noir?
Se azomó desde mi bolso.
     —No estoy muy segura de eso, Marinette. Deberíamos esperar más tiempo, ¿no crees?
     —Tienes razón. Quizá el Maestro Fu lo llame para hablar sobre esto...

Comenzaron las clases y tomé mi asiento junto a Alya. Miré a Adrien desde mi lugar.
"¿Te pasa algo, Adrien?" escuché a Nino, incliné un poco mi cabeza para alcanzar a oír un poco.
     —No. Bueno, un poco...-Adrien inclinó su rostro y cruzó de brazos.
     —¿Qué sucedió?
     —Perdí algo importante que tomé prestado de papá... Aún no lo ha notado, pero lo hará pronto.
      —¿Y qué era?
Me incliné aún más.
      —Un li...
La profesora entró a la aula y me acomodé rápido en mi asiento.
       —Luego te cuento—susurró Adrien a Nino.

«¡Rayos!», me dije.

Sostuve mi rostro con ambas manos.
No puse atención en clase, las palabras del Maestro Fu rondaban por mi cabeza. Sentía unas ganas de contarle esto a ChatNoir lo más pronto... Pero no me correspondía esa tarea, planeé mejor en luego de clases ir a hablar con él para consultar que pasaría con él. ¿Lo sabría?

     —Marinette, ¿Tu también estás pensativa?—Alya interrumpió mis pensamientos.
     —No, ¿porqué piensas eso?—dije nerviosa y carcajeé un poco alto.
La Profesora me dirigió la mirada unos segunto, arqueó una de sus cejas. Me encogí en el escritorio hasta que regresó su mirada.
      —No te lo dije, pero desde que llegaste estás rara—me susurró.
      —No me pasa nada—aseguré—. ¿Está bien? Gracias por preocuparte...

Las clases terminaron y como dije, me encamine para ir a ver al Maestro Fu.

—

Adrien

Había estado un poco frustrado, las clases terminaron y decidí continuar a buscar el libro de mi papá.
      —¿No crees que deberías buscar en la biblioteca?—me dijo Plagg.
      —Tienes razón... Comenzaré por los lugares en donde estuve ayer.

Fui hasta la biblioteca, busqué en los estantes y libreros, bajo la mesa, en el carrito de recientes, pregunté a la bibliotecaria... Pero no estaba.
     —Papá va a matarme si no lo encuentro—pasando mi mano por el cabello—. ¿Y si ya notó que no está?
     —Solo es un libro... No creo que sea tan importante. ¿Para qué querría tu padre un libro que ni si quiera se entiende lo que dice?
     —Algún valor debe tener si lo tenía escondido en una bóveda de seguridad.
     —Tu padre guarda todo en bóvedas... Tu casa es una bóveda.
     —¿Tienes idea de dónde pude perderlo?
     —Pues, sugerí la biblioteca porque habías dejado caer tus libros justo aquí.
     —... Y Lila los recogió por mí. Puede que lo tomara ella.
     —Pues ve y pregúntale. No te me quedes mirando—dijo Plagg dándome la espalda y cruzando brazos.
Debía buscar a Lila lo más pronto, seguro y seguía en la escuela. Tomé a Plagg un poco brusco y lo puse en mi mochila, este soltó un quejido.
Fui corriendo a todas las aulas para encontrarla y pregunté por ella. La encontré en una de las bancas cerca de la cancha de Baloncesto.
Tome un respiro y me dirigí hacia ella.
     —Hola, Lila.
Lila con su aire orgulloso volteó el rostro.
     —¿Vienes a burlarte de mí?
     —No, para nada.
     —¿Qué vienes a buscar? ¿Una disculpa?, porque no lo te la daré.
     —No, Lila. No quiero que te disculpes. Sabes—me senté a su lado—... No tenías que inventar conocer a Ladybug o decir que eras un súper héroe para poder hablarme.