Emilia caminaba sola por las oscuras calles mojadas, el pavimento resbaloso y frio en algunos momentos la hacía resbalar, pero no caer. Bajo la luz de las escazas lámparas de aceite la calle lucia como si un rio de sangre hubiera corrido ahí.
Llena de miedo y cerca de llegar al terror miraba de lado a lado asegurándose de que nadie la seguía, lágrimas en sus ojos y sus manos manchadas al igual que su hermoso vestido sucio y roto, el maquillaje corrido y con el cabello enmarañado, de seguro si alguien la veía pensaría que ella estaba loca.
Empezó a correr lentamente como un ligero trote, y cada vez aumentaba la velocidad, lo cual hizo que su vestido se rompiera aún más. Huía de todo, de su vida, de su juventud, de su belleza, de la propuesta de matrimonio, de su novio, de su familia, de la sangre que fluía por sus venas.
Y sin razón alguna empezó a reír primero despacio una risita dulce y digna de una señorita de clase como ella lo era, pero luego se convirtió en una estruendosa carcajada, Emilia reía locamente entre aullidos y gritos decía un nombre, el nombre de su amor, del chico que amo desde que lo vio.
Corría y reía, reía y gritaba, entre esas cosas también lloraba, ella lo sabía, sabía que estaba rota por dentro y por fuera.
No dejo de correr incluso aun cuando llego al muelle, no dejo de reír incluso aun cuando salto al agua, no dejo de decir el nombre de su amor incluso aun cuando moría.
Espero leer sus comentarios, besos 😚.
