Como extraño tu dulce voz, tus chistes, tus tiernos abrazos, tus locuras, tu forma de mostrarme a amar cada segundo de la vida, los domingos por la mañana cuando ibas a casa, tus cadenciosas serenatas, tus locas ganas de sacar sonrisas 24 horas al día, tu desmedido corazón y más que todo esa mirada tan luminosa, esa misma que en solo dos segundos me traía calma y me abarrotaba el corazón.
Agradezco a Dios y al universo por haberme prestado al ángel más bonito; ese que me enseño las mejores lecciones de vida; mi estrella favorita, que a mi Luna ilumina; gracias por salvar la mía.
Te amo hasta el infinito y más allá del sol; como decías...