Forastera

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El viaje fue pacifico, escuché música todo el tiempo para olvidar el mundo por unas horas, cuando llegué a la estación a eso de las 12:00 am. pedí un taxi que me llevara a la Academia, aunque no fue largo el viaje, me sentía muy cansada, sentía un peso inmenso en mis hombros.

-Disculpe, ¿Usted estudiará allí?- preguntó el chófer mirándome por el retrovisor ¿acaso estaba nervioso?

-Sí, ¿por qué?- Debía obtener la mayor información que pudiera, aunque sabía de la existencia de la academia, no conocía grandes detalles de ella

-Bueno, es que los "vecinos" de la academia no dicen cosas muy buenas sobre ella- Puso su verde mirada en la mía- Los vecinos más cercanos dicen que puede llegar a ser peligrosa, aunque la academia es gigantesca, albergan animales como en una especie de reserva, y eso podría explicar los ruidos nocturnos.

-¿Ruidos nocturnos? ¿como cuales?- Esta idea de ir a la academia ya no me estaba agradando, siempre había escuchado a mis padres decir que era un lugar muy curioso, pero si era más peligrosa de lo que predije...

-Sí, según dicen los vecinos, en las noches se escuchan ruidos de caballos cabalgando a todo trote, dicen que a veces se les escucha pelear, y creo que los mas chuecos dicen que se escuchan espadas. -soltó una risilla nerviosa.

Me quedé callada en señal de preocupación y el chófer lo sintió por lo que guardó silencio, pasados unos 10 minutos, se detuvo frente a un camino de grava.

-Supongo que aquí es, como es una propiedad privada no puedo ingresar allí, lamento informarle que tendrá que ir a pie. - me miró con preocupación - ¿dónde están sus padres, señorita?

-Mis padres murieron. Y no se altere, puedo caminar algunos kilómetros sola y a pie. Aún es temprano. Que tenga un buen día. - Al pagarle le sonreí de una forma que lo tranquilizaría y comencé a alejarme.

Respiré profundamente aquel aire puro, olía a flores silvestres y lavanda, caminé al rededor de 2 horas, pero como practicaba senderismo con mis padres, estaba acostumbrada a ello... "practicaba", ya no podría hacerlo más con ellos... Alejé los malos pensamientos de mi mente al ver la gran reja de acero que se erguía protegiendo la academia, vi que había un timbre y lo presioné.

-¿Hola? Repórtese por favor.- Era la voz de un hombre, una voz fuerte y gruesa

-Soy Zoe... Zoe Van Houten- Respondí dudosa

-Un momento.-El parlante se quedó mudo unos minutos- Pase señorita.- Y colgó.

La reja tembló, y luego se comenzó a abrir lentamente, como si tuviese vida propia y estuviera dudando si dejarme entrar o no. Luego de un minuto pude hacerlo, y seguí el sendero hasta ver la Academia, esa mole de piedra y cristal, era imponente, y alrededor de ella un espeso bosque, jardines, fuentes y muchísimas más cosas. Me quedé sin aliento al ver tanta belleza, y se abrió la puerta principal, de ella salió una mujer de aproximadamente 35 años, con la mirada dura y gris, su piel pálida y su cabello negro suelto y delicadamente reposaba sobre sus hombros, tenía una blusa de mangas largas color violeta y un pantalón negro con botas.

-¡Zoey! Aquí estás, supongo que todos están muy cansados de... -Se quedó callada un segundo y su mirada se ensombreció- Oh no, Zoey, ¿Y tus padres? ¿Qué sucedió?

-Murieron... No están. -Sopesé qué tanto podría contarle. Sonreí con tristeza, y ella se acercó y tomó mis manos - Recibí la noticia hace algunos días.

-Lo lamento muchísimo Zoey, de verdad, es una pérdida devastadora. Pero ya estás aquí, y tus padres no podrían estar más tranquilos ahora mismo. Mi nombre es Melisandre, soy la directora de la Academia Domus Mea, bienvenida, aquí estarás segura de cualquier peligro... sígueme, aquí hace mucho frío.

Emprendimos la marcha hacía el interior de la Academia, y por cada paso que daba se hacía más y más grande. Cuando entramos se me cayó la quijada, el lugar parecía un auténtico palacio... 

-Como sé que estás cansada, y no debes tener la mente para realizar estas cosas, postergaré tu visita a los lugares de la academia. Toma, esta es la información que necesitas y ahí está el número de tu habitación, ya está todo lo que necesitas allí. Debes irte a descansar, si sigues estas escaleras encontrarás fácilmente el área de los dormitorios. Zoey, en cualquier cosa puedo ofrecerte ayuda, lo digo sinceramente.

-Muchas gracias, en serio lo aprecio mucho. -Me giré y comencé a subir lentamente las escaleras.

Luego de hallar mi habitación, me tiré sobre la cama sin miramientos y me quedé profundamente dormida. Llevaba días sin dormir y creo que eso me sentó bien.

Me desperté al otro día desorientada, no recordaba dónde estaba ni qué había pasado, poco a poco me fueron atacando los recuerdos, y me quedé allí en la nueva cama, en mi nueva habitación, y ¿por qué no? en mi nueva vida.

No sabía que iba a suceder ahora, fuera lo que fuera no estaba preparada para aquello. Igualmente me levanté de la cama, y me fui derecho a la ducha, tal vez así disiparía el gran peso que sentía en mis hombros.

Cuando me sentí preparada salí de la habitación y me encontré con el pasillo desierto, e inmediatamente me sentí aliviada, puesto que aún no tendría que enfrentarme con las miss perfectas de la Academia, bajé hasta el gran comedor y lo encontré desierto, salvo por unas mesas llenas de bocadillos. Me acerqué hasta la mesa más cercana y agarré dos bocadillos porque aún no sentía mucha hambre.

Me dirigí a la puerta principal, donde recordaba que había visto un sendero hacia el espeso bosque. Comencé a seguirlo y pasados unos 2 minutos, me encontré con un hermoso cenador, lleno de flores, lavanda y rosas, al lado de éste, había un majestuoso lago cristalino en el que nadaban pacíficamente dos cisnes. Me senté en el cenador a contemplar semejante belleza, cuando de repente escuché ruidos a lo lejos, primero pensé en el comentario del chófer sobre las espadas y los caballos, y momentáneamente sentí pánico. Luego analicé los sonidos y no eran caballos ni mucho menos espadas. 

Sentí la necesidad imperiosa de acercarme, aunque al mismo tiempo sentía el impulso de huir

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Sentí la necesidad imperiosa de acercarme, aunque al mismo tiempo sentía el impulso de huir. Los ruidos se hacían más y más fuertes conforme me acercaba y mi corazón palpitaba fuertemente, pero se detuvo cuando escuché su voz.

-No te acerques, de lo contrario quedarás atrapada por el resto de tu vida en una red de mentiras - me giré lentamente, mi corazón estaba a mil por hora solamente al escuchar su voz, pero cuando lo vi, sentí que se había acelerado aún más, y creí que su verde mirada iba a consumirme.

Sangre realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora