CAPÍTULO 2

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Me despierto con un leve dolor en la espalda y miro el reloj. Son las 10:05 am. Me había quedado dormido en el viejo escritorio con los brazos encima del teclado, el cansancio me había ganado mientras estaba escribiendo. Es lunes, se supone que dentro de media hora tengo una cita con el antropólogo italiano que hace poco había llegado a nuestra ciudad. Todavía no había logrado memorizar su nombre. No era una cita formal pero de todas maneras, el encuentro sería para mostrarle un poco de la ciudad que lo albergaría los próximos cuatro meses, meses en los que junto a él trabajaría en un proyecto para revalorizar las costumbres, festividades y tradiciones andinas en el Cusco y así devolverles la importancia que poco a poco estaban perdiendo. Es que los jóvenes de hoy en día ya no sienten identidad por el lugar en donde viven.

Guardo todo lo que escribí en la computadora hasta el momento en el que me había dormido, ya habrá tiempo de seguir escribiendo. Me levanto de la silla que vuelve a rechinar, como quejándose pidiendo alguna explicación de porqué me quedé más tiempo del adecuado sobre ella. Estiro los brazos y agacho la espalda como si quisiera de esa manera colocar toda mi estructura ósea en su lugar. Camino de prisa hacia mi cuarto y agarro la libreta de contactos que tengo en la mesita de noche. Busco rápidamente el nombre del antropólogo italiano y el número de su móvil. Lo encuentro: Giuseppe Dal La Benetta que extraño nombre, espero y pueda memorizarlo. Levanto mi móvil, marco el número y solo espero a que me conteste.

―Aló buenos días―escucho su voz en un español esforzado pero bien aprendido.

―Aló amigo Giuseppe te hablo de parte del Ministerio de Cultura, tengo que encontrarme contigo de aquí unos veinte minutos pero...―no pude decir nada más porque me interrumpe de repente.

―Ohh si, tú eres el joven que me hará conocer esta bela ciudad ¿cierto?―dijo comprendiendo recién el motivo de la llamada―. Mil disculpas pero todavía no estoy listo, me quedé dormido ¿será posible que podamos encontrarnos de aquí una hora?―Me pregunta como si tuviera otra opción.

―No te preocupes amigo Giuseppe―le respondo sintiéndome aliviado―. Pero ¿en dónde nos encontramos?

―Puedes venir al hotel ¿por favor? Es que no conozco nada.

―Oh perdón―recién me doy cuenta de la pregunta estúpida que había formulado―claro que voy a buscarte.

―Está bien te veo en una hora―me dice―. Me esperas en recepción si es que todavía no salgo.

―Ok, está bien―le digo ya para terminar―estamos en contacto.

Tiro el móvil a la cama y dispongo ir al baño. Necesito un buen duchazo. Me quito la camisa que tenía puesta desde el día de ayer. Estoy semidesnudo. Me dirijo hacia el clóset y abro uno de los cajones para sacar una toalla limpia y de una buena vez entrar a la ducha.

En el baño termino de quitarme toda la ropa y el agua comienza a caer sobre mi cabeza causándome una tembladera por todo el cuerpo que me despierta en el acto. El agua esta helada, pero es la ideal para reponerme del mal sueño que tuve. Mientras mis manos comienzan hacer espuma al frotar el shampoo de mi cabeza, pienso en ti. Pienso en ti y en cómo te conocí. Qué hubiese pasado si no te habrías demorado y el bus no te hubiese dejado. Que hubiese pasado ese día si simplemente me hubiera quedado en casa sin pensar ya salir. Jamás hubiera visto esos ojos que hoy me deslumbran y me ponen nervioso, esos ojos capaces de cautivar mi corazón y dominar cada uno de mis movimientos. Jamás te hubiese conocido.

Aún recuerdo esa escena como si fuese ayer pero no, ya pasaron 4 años. Mi encuentro contigo fue el miércoles 11 de julio del 2018 para ser exactos. Ese año cursaba mis últimos dos ciclos de la carrera de teología en la Universidad Peruana Unión. Era julio y como el noveno ciclo lo había terminado obteniendo muy buenas calificaciones, decidí regresar a Cusco para las vacaciones. Sinceramente el estrés de Lima no me gustaba para nada y a eso le añadía la tesis de bachillerato que también me tenía loco. Quería pasar un mes respirando mis aires, pasarla con mi gente, mi familia y visitando por milésima vez Machupicchu. Así que compré los pasajes sin pensarlo dos veces. Salía de Lima el 4 julio a las tres de la tarde y retornaba el 11 de agosto, por la tarde también.

Antes de Pensar en TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora