Sigo manejando, ya estoy cerca de llegar. Estaciono el automóvil y voy directo hacia el hotel. Solo faltaban 5 minutos para que sean las 11:00 am. Hablo con la recepcionista y pregunto por el italiano. Me dice que espere en recepción, que en breve minutos me dará noticias. Espero y al rato la recepcionista que vestía una falda demasiado corta para mi gusto se acerca y me dice que el italiano se demoraría unos quince minutos. Le doy las gracias y se retira. Que extranjero más tardón, pero por otro lado eso era bueno ahora ya que tengo más tiempo para seguir recordando aquel día, aquel miércoles 11 de julio del 2018.
No entendía porque me habías tratado de esa manera. De repente fui un poco directo o quizá tal vez no hablabas con desconocidos. No era tiempo de sacar conclusiones en ese momento, el ocaso se aproximaba. Y llegó la puesta del sol. Comencé a enfocar el momento. Qué lindo atardecer el de ese día. Hice varias tomas de distintos ángulos con la ciudad del Cusco de fondo. No era el único fotógrafo, había unos cuantos más conmigo esa tarde. Terminé de hacer la última toma y guardé la cámara dispuesto a marcharme. Ya se había hecho de noche.
―Así que eres fotógrafo―escuché una voz a mi costado y eras tú.
―No profesionalmente―respondí un poco extrañado de porque me estabas hablando―. Pero si empíricamente.
―Ohh genial―me dijiste con un tono de voz distinto al que me respondiste anteriormente―. Yo también amo tomar fotos. Por cierto, quería pedirte disculpas por lo que paso hace rato―tu voz sonaba sincera―. No quería hablarte de esa manera pero estaba molestísima porque el bus que me trajo hasta aquí no me esperó y me dejó prácticamente botada.
―No te preocupes―respondí con más confianza―. ¿No intentaste llamar?
―No tengo minutos―me mostraste tu celular y luego lo guardaste en el bolsillo de tu overol―. Nadie hasta ahora se digna en llamarme para saber cómo estoy o donde me encuentro. Parece como si mis padres no tuvieran hija―hablaste mirando hacia la nada.
―Si deseas puedo ayudarte a llegar a la plaza y de ahí vas para tu casa―propuse una solución esperando una respuesta positiva ya que no había nadie, solo quedábamos los dos.
―Bueno está bien, gracias―respondiste sin ganas y encogiendo los hombros―. Después de todo peor sería quedarme aquí esperando y con este terrible frio. Tú eres mi única opción―. Espera―te pusiste alerta y atendí tu voz―. No eres secuestrador ¿verdad?―me sacaste una carcajada.
―Jajaja no soy secuestrador―te respondí ya más ligero―. Solo vendo órganos humanos, pagan más.
―Jajaja―no parabas de reírte y empezamos a caminar―por lo menos me darás una parte de lo que ganes conmigo eh―. Esa fue la primera vez que te vi reír y sinceramente me encantó.
Recuerdo muy claramente que estábamos a punto de bajar por las escalinatas que yo había subido para llegar hasta el mirador y de pronto se me ocurrió algo peculiar. Toda mi seguridad había regresado.
―mmm ¿Sabes? Me dieron ganas de hacer algo―te dije con un tono de picardía.
―¿ok? Que se te ocurrió hacer―respondiste con un poco de temor y recelo.
―Ya es de noche y el cielo está totalmente despejado―te dije explicándote la loca idea que se me había ocurrido―. De aquí a unos 300 metros se encuentra una explanada de pasto libre. Sería una lástima no quedarse a ver las estrellas por lo menos un ratito.
―Woow, empiezo a creer que si vendes órganos―dejaste de caminar y me miraste con seriedad.
―Jajaja, tú me dijiste que yo era tu única opción ¿verdad?―dije aprovechándome de lo que habías mencionado hace un rato―. Yo te propongo dos. O me acompañas a ver las estrellas un rato, o bueno te quedas aquí esperando a que se acuerden de ti y quien sabe quizá algo te pueda pasar.
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Antes de Pensar en Ti
RomanceDomingo 20 de febrero del 2022 Un joven de 25 años esta a punto de tomar una de las decisiones mas importantes de su vida. Va a pedir la mano de su novia. Pero antes de hacerlo comienza a recordar dos tiempos importantes de su pasado, su vida de ado...