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Esta historia no podía empezar de una buena manera, obviamente. 

Aquí estoy yo, condenado a muerte en un país que ni conozco y de alguna manera llegué aquí, solo recuerdo lo que pasó antes de llegar a este extraño lugar. Ahí vamos, solo falta presentarme. Soy Hart, John Hart. Ya empezamos, solo me hacía sentir importante presentarme.

Era un día, como cualquier otro. Estaba lloviendo, llovía fuerte. Tenía que salir a ver si tuve suerte entrando a ese trabajo, un trabajo que quizá cambiaría toda mi vida. Al llegar, vi como salían los típicos hombres de negocios que yo tanto aborrecía, siempre con esa pinta tan aburrida, siempre intentando ser lo más "elegantes" posibles, pero me parecían unos imbéciles. Solo tenía una sensación de rechazo al llegar ahí, ese lugar que me recomendó mi mejor amigo.
Dejé de ver como pasaban y entré. Le dije a la recepcionista y me respondió que vaya a buscar al gerente, me invadía la curiosidad al recibir el llamado de ese "valioso" hombre, así que sin pensarlo fui, quizá quedé con un mejor puesto de trabajo mejor pagado y relevante en aquel lugar.

Cuando llegué me ocurrió lo mismo que cuando estaba viendo a aquellos tipos antes de entrar. Ahí me esperaban como diez tipos iguales, era una sensación insoportable, quería salir de allí corriendo, pero probablemente era un puesto bien pagado y yo andaba escaso de dinero.
Y sólo me senté y esperé a que aquel imponente sujeto hablara y me diga lo que esperaba. Con una voz ronca me dijo -Buen día señor Hart, nos encantó su curriculum. Me parece muy bueno para solo ese puesto, así que mejor vamos a asignarle uno mucho mejor-.

Eso estuve pensando antes de que la recepcionista me hablara, me preguntó que era lo que me pasaba, que estuve como cinco minutos mirando al techo, riéndome y sin preguntarle nada. Obviamente aquella actitud le asustó, pero caí que estuve haciéndome toda una película en ese tiempo. Cuando bajé la cabeza, vi una hermosa mujer que me dejó atónito, era como que había caído del cielo. Me pellizqué para ver si seguía con esas fantasías pero no, era como un ángel en un lugar muy aburrido y bueno, en ese momento me animé a decir una palabra. -Trabajo, vine por él trabajo- dije tartamudeando, ella se rió y dijo -Tenías que venir ayer, ya se acabaron las vacantes-. Cuando escuché eso, morí por dentro. Pero luego "resucite" porque dijo que aún quedaba una, que era ser secretario. No estaba mal pagada, no se acercaba nada a lo otro pero me alcanzaba para vivir. Acepté sin dudarlo.

Las ironías de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora