La leyenda de los Hombres Lobo

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Cuentan las leyendas que en todos los bosques siempre hay un animal guía, el más sabio, el más puro, el más honesto y libre, el que vive en lo más profundo de la espesura y aconseja y ayuda a todo aquel que vaya a visitarlo. Esta criatura nunca debe abandonar su hogar, pues si lo hiciera, su hogar languidecería y moriría.

En cierto bosque reinaba un lobo. De pelaje grisáceo como las cenizas y con ojos tan azules como el cielo estival, el animal se alzaba con orgullo bajo la luz del sol por la mañana y escuchaba a los habitantes de su reino. Todas le obedecían con ciega adoración, ya que el lobo jamás guiaría a alguno de ellos mal.

Pero el lobo, una criatura curiosa por naturaleza, un día abandonó el bosque para saber que había más allá, a pesar de las advertencias de peligro recibidas de sus compañeros, con tan mala suerte que cayó en una trampa y fue atravesado por estacas. Sabiendo que el final de su vida estaba próximo y que si no regresaba al bosque este moriría, rogó a los Dioses que lo devolviesen a su hogar.

Los Dioses, atentos a demasiadas peticiones, escucharon la suya demasiado tarde y el lobo expiró. Las deidades se lamentaron, pero enseguida se pusieron a buscar otro animal guía para el bosque.

Una joven divinidad, indignada ante su frivolidad recogió con manos temblorosas el alma del lobo y fue a devolverla al bosque, con tan mala suerte de que se le resbaló y cayó sobre una mujer humana. El Dios corrió hacia ella, pero se detuvo por miedo a herirla y retrocedió, humillado por su propia inexperiencia y torpeza.

Ningún otro Dios echó en falta el alma del lobo y en el bosque se alzó un cuervo gris como guía.

Meses más tarde, la mujer humana dio a luz a un niño con dos almas. El chiquillo fue criado en la capital de su país, rodeado de edificios y personas y mientras crecía, el muchacho notaba una constante lucha interior entre su propia alma que disfrutaba de su vida... y la del lobo, que deseaba más que nada regresar a su hogar.

El chico se convirtió en un adulto serio, consiguió un trabajo, un status y una familia y su vida transcurrió casi con normalidad hasta que un día el alma del lobo, despechada y obligada durante mucho tiempo a ser un mero espectador de una historia que no le pertenecía, le dio un ultimátum:

Devuélveme a mi hogar o toda tu raza lo lamentará.

El hombre lo ignoró, como siempre había hecho y el lobo le aulló a la luna, le gritó a los mismos Dioses, les exigió una compensación por su miseria y ellos, asustados por la inmensa ira de la criatura, se lo entregaron.

El lobo maldijo al hombre y a toda su descendencia con una existencia híbrida como la suya. Los transformó en criaturas que no podían vivir entre humanos pero tampoco en la naturaleza, les introdujo una locura incipiente y una sed de sangre desmesurada y les hizo débiles a lo puro, a lo que él, como alma guía había representado. Y como broche final, hizo que su demencia, su enfermedad, se pudiese transmitir por contacto.

El primer hombre con alma de lobo enloqueció y acabó asesinando a sus semejantes en aspecto, con quienes trabaja y vivía en comunidad. Fue perseguido por los supervivientes a sus delirios y antes de morir, contagió a otros de su trastorno.

Así comenzó la historia de los hombres lobo. Se dice que fueron cazados hasta la extinción... ¿será cierto? ¿O puede que aún existan criaturas que le lloran a la luna por su alma partida?

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