Silence

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 Bruno abrió los ojos lentamente y con cansancio. Parpadeó durante unos segundos más y después se sentó en la cama mirando a la nada, pues aún dudaba en levantarse o no de su lecho. En verdad le gustaría poder seguir dormitando durante un rato más, pues el agotamiento pesaba en sus hombros más a cada momento. Después de todo, su cuerpo se estaba devorando a sí mismo sin ninguna manera de detenerlo, o más bien, sí la había, pero él había dejado de considerarlo una opción desde los casi primeros momentos de escucharla. Él nunca sería capaz de una barbaridad como esa.

Y tras bostezar y frotarse el rostro con las palmas, ese joven de castañas ondulaciones tomó iniciativa y se puso en pie dejando en orden sus cosas rápidamente e inició su camino a bañarse mientras se deshacía de sus prendas. Aunque nunca fue un muchacho débil y siempre había tenido un buen físico, de unos días para acá se le podía notar realmente mermado. Algunos moretones y rasguños manchando sus extremidades eran obra segura de sus propias manos, sumados a la fatiga que sobrevenía en su cabeza demostraban sin duda su conflicto interno en destruirse a sí mismo. Ojalá que esto hubiera sido distinto.

Terminó por deshacerse de sus ropas y se introdujo a la ducha. Cerró los ojos ocultando así los orbes azules tan hermosos como el cielo que poseía por ojos para permitir al "dador de vida" resbalar por su rostro.

El agua caliente cubriendo su piel desnuda era una sensación en verdad reconfortante, y se disfrutaba aún más con las heridas en su espalda que gracias a su tibieza se volvían menos dolorosas por momentos.

Culminó su aseo en silencio, pensando aún en la manera de cómo sus uñas se habían vuelto tan puntiagudas y resistentes. Era triste admitirlo, pero a cada momento parecían más unas peligrosas garras que unas hábiles manos de artesano. Tomó aire y suspiró lentamente mientras cubría su cuerpo con una toalla para salir del baño en dirección a un gran espejo encontrado cerca de su cama, y frente a él empezó a vestirse con la mejor ropa que encontró a mano.

Viéndose aún en el vidrio, comenzó a inspeccionar su reflejo. Las ojeras que se habían fijado en su rostro se habían ocultado un poco en reacción al agua. Abrió un poco su boca descubriendo así sus enormes y afilados colmillos, sintiéndose un tanto incómodo. No le gustaba su nueva dentadura, seguía prefiriendo sus antiguos e inofensivos dientes humanos a comparación de los que había desarrollado hace unos días.

Acarició su mentón, notando que su barba salía un poco más abundante que antes dándole una apariencia más madura aunque sólo había cumplido 17 años hace dos días. "Sería divertido verme con una larga barba vikinga" pensó riéndose un poco, pues ya no tenía de otra. Tenía que encontrar el lado positivo por difícil que fuera. Pero....

Ser positivo ya no funcionaba más...

Suspiró mientras observaba de nuevo sus manos y se sentaba de golpe en la cama. La vida no era justa, en verdad no lo era.

Hace menos de una semana había sido un muchacho normal, con una familia adorable y normal, teniendo un precioso chico como pareja y un futuro un tanto incierto, pero lleno de oportunidades. Y entonces, le revelaron la verdad de su nacimiento.

Y resultó ser que él nunca fue una persona común. Había nacido bajo sangre licántropa, siendo criado por tradición con una familia totalmente humana para obtener control de su parte "hombre". Y ahora, al alcanzar su madurez, debía volver con su verdadera raza. Tenía que renunciar a todos sus planes, sus costumbres, su familia, su amor, su mundo entero para cumplir el ritual con el que todos los de su sangre obtenían su verdadera naturaleza.

Miró con cierta melancolía un brazalete que descansaba en un buró cercano momentos antes de colocarlo en su brazo izquierdo y volcar su vista hacia un lado. Esa pulsera tejida de cuerda era un regalo que su amado novio le había dado el año pasado al cumplir dieciséis. En su mente apareció un breve recuerdo de la sonrisa de ese jovencito que lograba quitarle el sueño noches y días enteros. Él era todo en su vida, y estaba dispuesto a darla de ser necesario, todo sea por el bienestar de ese chico de cabellos dorados y ojos radiantes en color miel.

SILENCE | Vocaloid | Bruno x OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora