Capítulo 1; El Manicomio.

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''-Te juro por mi vida Alice, que aquí no vas a sufrir más.- Juró el conejo de ojos dispares.- Te lo juro por mi vida. Solo tienes que confiar en mí. Por favor.- Suplicó al borde del llanto.

No sabía si todo esto era un sueño...Pero no podía negarme ante esos hermosos ojos que me rogaban para que le creyera...A lo mejor todo el mundo estaba en lo cierto y la única loca era yo...Pero iba a disfrutar de aquel momento, aunque fuese una ensoñación creada por mi mente para escapar de la oscura realidad. ''

***

Narrado en tercera persona.

El sonido chirriante que causaban las oxidadas puertas de hierro al abrirse la despertó de un sobresalto, como todas las mañanas.

Alice Sucrette, llevaba casi dos meses y medio en aquel agujero infernal y aun así, no se acostumbraba a aquellas mohosas paredes,  que en algún momento del pasado habían sido de un color blanco.

Alice se masajeo suavemente la espalda, aquellas camas eran horribles...Aun que claramente, ¿Qué esperaba de un psiquiátrico?

Con un suspiro agotado se levantó de aquella incomoda cama y se sacudió el 'pijama'.

Llevaba dos meses, veintidós días y ocho horas en aquel lugar.

Una 'Institución Mental'...También conocido como un manicomio...O la casa de los locos.

No, ella no estaba loca.

Eso le habían dicho sus padres, pero no todo el mundo opinaba así.

Pero Alice confiaba en sus padres. Ellos nunca le mentirían.

Los añoraba con todo su corazón...Sobre todo a su madre. No había podido despedirse de ella como le hubiera gustado y eso le dolía en lo más profundo de su corazón.

-¡Vamos que no tenemos todo el día!- Gritó una enfermera desde el fondo del pasillo a todos los pacientes que seguían en sus 'habitaciones', asustándola.

Otra enfermera entró a la habitación de Alice, frunció su ceño mientras la miraba de arriba abajo.

-Venga niña.- Agarró su mano de manera violenta.- A comer.- Ordenó, sacándola casi a rastras de la habitación y soltándola bruscamente en el pasillo.

Resignada, Alice cruzó el pasillo con cautela, mirando a todos los pacientes a su alrededor, intentando no chocar con nadie.

Puede que ella no estuviera loca, pero en aquel lugar casi todos lo estaban.

Fijó sus ojos castaños en Louis; Un hombre mayor, con varias canas. Siempre intentaba vender objetos imaginarios a cualquiera que se cruzara en su camino y si no aceptaban sus tratos, se ponía muy agresivo.

Al parecer, tuvo una tienda cuando era aún joven pero no le fue muy bien, perdió mucho dinero, su mujer le abandonó y aquello le llevó a la locura.

Louis paso cerca suyo, Alice aguantó la respiración y se quedó completamente quieta. Si no le decías nada, él no hacía nada.

Sus hombros se rozaron de manera suave, tan suave que el hombre mayor no se dio cuenta. Suspiró aliviada al ver como se alejaba con paso alegre.

Con una amplia sonrisa por haber evitado un problema, Alice se dirigió al comedor.

El amplio comedor tenía las paredes de ladrillo, que habían intentado pintar de un color verde oscuro para tapar el moho que había en ellas. El suelo era de cemento y estaba bastante manchado.

Detrás de los ArbustosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora