Capítulo 4
Un momento. ¿Acababa de arreglar una cita con Paul McCartney? ¡Acababa de arreglar una cita con Paul McCartney!
¡No, Eridan, no pienses ahora!
—Recuerda que estás en una época pasada y que tienes que ¡volver a casa! Pero tú tranquila, no te agobies... —Mi conciencia, que es muy maja.
—Lo sé, pero calla. Voy a buscar al abuelo.
Antes de moverme ni un segundo él llegó con un montón de libros viejos en los brazos.
—Oh, hola, nieta. Estaba investigando un poco sobre como devolverte a tu tiempo.
—Ah, ¿y qué tal vas? —pregunté esperanzada.
—Nada de momento —dijo, e hizo una pausa—. Qué tal con el coche? ¿Te las apañaste bien para aparcar?
El coche...
Ups.
—Ahora a ver cómo sales de esta, guapa. Como pasas de mi prefiero no ayudarte —exclamó conciencia. Mierda, justo cuando más la necesito.
—Esto... el coche... —acababa de recordar que lo había dejado en aquel lugar—. Vale, se paró y un extraño contrabandista y traficante de órganos me trajo a casa, el resto bien —dije temiéndome lo peor.
—¿Qué has dicho? —Vaya, nunca antes había visto al abuelo con la cara tan roja.
—¿Yo?, nada. El coche se paró, salió humo... Un chico muy majo me trajo a casa y he quedado mañana con él.
Mi abuelo soltó una risotada.
—Menos mal que te dejé el coche que íbamos a llevar al desguace.
—¿Perdón? —pregunté desconcertada. Igual me libraba de la bronca, y todo.
—Vaya, el abuelo es listo... —apuntó la prodigiosa voz—. Claro, no por nada es un abuelo, aunque joven.
—Pues nada, que por un coche menos no pasa nada, nieta —dijo poniendo su mano derecha en mi hombro—. No sé en el siglo XXI pero nosotros tenemos bastante dinero, también coches...
Ventajas de ser millonaria. Aunque a mí, mi abuela y mi tía no me daba ni un penique por mi cumpleaños.
—¡Oh, abuelo! ¿Te he dicho alguna vez en toda mi vida que te quiero mucho? —exclamé gritando y abriendo los brazos como si no hubiera un mañana.
—¡Loca! ¡Le conociste cuando naciste! ¡Y no nacerás hasta 1997! —Tenía razón la voz.
—Hombre, pues ya que estamos en el siglo XX, como que muchas veces no...
—Ay, solo bromeaba. En serio, qué alivio. Pensé que en esta época aún me quemaríais en la hoguera, como a las brujas... —me rasqué la nuca. El abuelo sonrió.
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Oh, I believe in yesterday © | Paul McCartney y tú.
Fanfiction«-Yo si que seré feliz, Eri. Pero eso es ser egoísta. -No, para nada. Ambos seremos felices, ya lo verás. -Pero... Le interrumpí abrazándole hasta ahogarle. Nunca podría haber querido más a una persona de lo que le quería a él. ¿Por qué no había que...