Capítulo 4: Identidad

14 1 0
                                    

Ahora Ankur Oz era su nombre. Se lo había cambiado y así sería mientras estuviese con los del otro lado. Ni le gustaba ni le desagradaba, pero lo cierto era que le hacía acordar a su homónimo vecino, un viejo mal humorado que vivía solo en una choza descuidada. Cambiarse de identidad significa comenzar de cero, porque uno puede inventarse pasatiempos y gustos extraños, o fingir que es de una manera que no es, entre otras cosas. Pero Ankur no quería fingir ni actuar, ni tampoco inventarse cosas de un pasado incierto; él quería volver a su casa. La verdad era que extrañaba la jardinería, y no le hubiera molestado volver a ella. La guerra cambia a la gente, y él no había sido la excepción. Y ahora con este supuesto compañero encubierto las cosas se ponían sospechosas. Ankur deseaba que llegara Aaron para poder contárselo y así ambos tomar una decisión, pero aún faltaba para eso, y tenía que arreglárselas él solo con este joven misterioso. Ni siquiera sabía su nombre. Ahora debía ser extremadamente minucioso y tener cuidado con lo que decía, y no tenía que confiar en él por el momento.
Ankur pasó la noche en una casa de familia, junto con otros dos hombres que estaban en la taberna. Uno de ellos era el joven misterioso. Fue éste quien se le acercó a Ankur a la mañana siguiente cuando estaban desayunando en la galería.
- ¿No vas a hablar conmigo, Ankur? - preguntó él.
- Quiero que me digas cómo te llamás y cuáles son tus supuestas intenciones.
- Me llamo Foliet y soy de Logos, como vos. Vine hace dos semanas como agente encubierto para defender a mi ciudad - dijo el joven orgulloso.
- ¿Por qué me lo contás a mí, que podría ir tranquilamente a denunciarte con los demás hombres? Yo soy uno de ellos, de Feva, y estás equivocado - respondió Ankur.
- Decí lo que quieras, pero tenemos que trabajar juntos. ¿Estás solo? - preguntó, provocador Foliet.
Ankur no sabía qué decir, qué contestar.
- Te digo que soy de Feva - mintió Ankur.
- Si realmente lo fueras ya me hubieses delatado hace rato. Pero no lo hacés porque, primero, no sos de Feva y segundo, porque eso levantaría sospechas en los demás y tarde o temprano caerías vos también.
Ankur estaba en aprietos. Pero la situación era bastante rara, porque no negar que era de Logos, era (de alguna forma) admitirlo; y seguir diciendo que era de Feva se contradecía por lo que ya le había dicho Foliet de acusarlo. No sabía qué decir. ¿Y si admitía que era de Logos formalmente y Foliet corría a decirle a los hombres? Porque podría pasar. Ankur pensó en cómo podría saber él que era agente encubierto de Logos. Tal vez en verdad Foliet era de Logos y lo había reconocido en algún momento por cruzárselo. O tal vez había algo que Ankur no veía y que Foliet sí había visto, que lo delataba. ¿Pero qué?
Una mujer que estaba en la casa con ellos los interrumpió:
- Dice Arson que los espera a todos en la plaza para otra reunión.
Arson era el líder del grupo de revolucionarios. Era un tanto viejo pero se mantenía bien.
Caminaron hasta la plaza y se juntaron con los demás hombres. Arson hablaba parado en un banco.
- ... trabajar juntos. Por eso, desde el gobierno de Feva nos apoyan como hace años no lo hacían, y han respondido afirmativamente a nuestra petición de las armas y equipamiento militar. Vamos a salir por la frontera este de Feva y haremos una pequeña parada en el puente de Lubbos, donde nos esperan las armas y municiones que nos brinda el gobierno de Feva. La gente de Logos nos esperará por el norte, pero nosotros vamos a dar toda la vuelta y a atacar por el sur. Cuando lleguemos, no habrá nadie esperándonos y vamos a poder ingresar a la ciudad muy tranquilos. El ejército de Feva llegará después de nosotros.
Así, tan rápido, Arson dijo absolutamente todo lo que Ankur necesitaba escuchar. El objetivo de su misión estaba cumplido. Cuando nadie lo viera, saldría corriendo de ahí para contárselo todo al teniente de Logos. Mientras pensaba en estas cosas, vio entre la multitud de personas que caminaban por el mercado de enfrente a su compañero. Aaron, que había esperado dos días para llegar, lucía cansado. No era necesario que viniese, porque Ankur tenía lo que quería. Corrió hacia él antes de que estuviera demasiado cerca y lo desvió del camino.
- Tengo lo que necesito, nos podemos ir - le dijo a Aaron.
- No lo creo - dijo una voz.
Ankur vio con espanto a Foliet, que estaba parado junto a ellos.
- Lo siento, pero voy a defender mi tierra hasta que me muera - dijo Foliet, y salió corriendo de ahí.
Fue un instante, muy veloz. Ankur salió detrás de él, para poder alcanzarlo y evitar lo peor. Pero Foliet corría muy rápido. Tan rápido, que no notó al camión que venía a toda velocidad por la calle, el cual lo embistió con todas sus fuerzas dejándolo tirado a un costado de la vereda. Ankur se detuvo. Se quedó mirando cómo la gente corría hacia él, y cómo gritaban las mujeres, y el chofer del camión bajaba horrorizado, y alguien decía que no tenía pulso. Aaron llego detrás de Ankur.
- ¿Qué fue todo eso? - preguntó.
- Fue la suerte, que se puso de nuestro lado - le respondió él.
Con el tránsito detenido, la ambulancia se hizo paso, y una multitud de gente curiosa  llenó la calle por completo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 29, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los del otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora