La Colina Extraña

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La ridícula luz de la farola alumbraba apenas el paraje desolado al que Jeniffer llegó por accidente

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La ridícula luz de la farola alumbraba apenas el paraje desolado al que Jeniffer llegó por accidente. Aquella parada de autobús poseía un ambiente extraño que daba la impresión de formar parte de otro mundo. Uno tétrico y aterrador.

Jeniffer se acercó a la luz, indecisa en lo que debía hacer. Caminó hacia la banca junto a la farola y angustiada se sentó sin reparar en el polvo del asiento. Miró a la izquierda y la derecha, no había ni un alma. A aquellas horas de la noche cabía la posibilidad de que ya no llegara otro autobús más. Entonces sopesó la idea de quedarse ahí a averiguarlo pero al final resolvió que quedarse sola, en medio de la nada, podía llamar problemas que no necesitaba correr. Resignada se puso de pie y sin un motivo especial su vista se posó en el letrero que yacía de pie junto a ella.

"Parada de autobús. Orfanato Jardín de Rosas"

Sí había un orfanato cerca eso explicaría porqué se había bajado el chiquillo precisamente ahí y eso significaba que también podría haber personas dispuestas a ayudarla y un lugar donde pasar la noche. Sintiéndose ligeramente aliviada se levantó del asiento y echó un vistazo a la vereda que señalaba la flecha del letrero.

El paso era de terraceria. Estaba flanqueado por una cerca de madera que parecía contener las hiervas y árboles que crecían alrededor e impedían el paso de la luz azulada de la luna. El camino corría recto y se perdía en algún punto de la penumbra. Desconocer el lugar al que iría a parar le agradaba menos que atravesarlo en la oscuridad de la noche; sin embargo, no tenía más opciones así que se armó de valor y entro en ese rumbo desconocido dejando olvidado en la banca el libro de cuentos.

Por momentos la ruta pareció curvarse como si subiera, rodeando, una especie de colina no muy empinada. Jeniffer anduvo al menos veinte metros antes de que encontrara en el camino una desviación.

Y mientras se acercaba a la señal, oyó un ladrido...

Provenía del camino de la derecha. Estaba segura de ello. Lo observó temerosa de perderse en una ruta que no conocía. Entonces volvió a escuchar el ladrido.

Le resultó extrañamente familiar y sintió ganas de acercarse...

Mientras que a otras personas oír a un perro les habría hecho pensarse las cosas dos veces antes de acercarse a su territorio, a Jeniffer le pareció nostálgico. Algo en ese perro había removido la reminiscencia de un recuerdo enterrado en su pasado.

Motivada por la curiosidad se internó en el camino de la derecha. Igual de lóbrego que el primero que recorrió. En la intersección había un letrero roto que señalaba hacia el orfanato pero en el suelo, oculto por una fina capa de tierra arenosa, la otra mitad indicaba:

Colina extraña

Escrito con crayones.

El sendero se encontraba iluminado por una afortunada penumbra y bordeada por zarzales y arbustos que parecían permanecer en un otoño constante. No era un tramo muy largo, unos cuantos metros que daban a un viejo y destartalado cobertizo y a un pozo semi derruido que apestaba a humedad y encierro.

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