Capítulo 2

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Es increíble como puedo recordar algo de hace pocos años tan detalladamente; recuerdo esas noches tan obscuras y frías, aquellos días tan calurosos, las palabras exactas, Todo...

Todos los días de esta semana han sido prácticamente iguales, me levanto en el horario que me corresponde, desayunar, me meto a bañar, me visto lo mas rápido que puedo, bajo y me siento en el sillón mientras en la música suena a todo volumen. Voy a clases, regreso, ceno, peleó un poco con mis padres, me voy a la cama, intento dormir, me rindo después de las cuatro y no duermo.
Desciendo las escaleras y me siento temprano para esperar el autobús, hace un frío que cala hasta los huesos. Subo al mismo autobús grisáceo; busco un lugar disponible pero hay algo diferente que noto, está lleno casi todo a excepción de un lugar al final junto a un chico al que no distingo bien. Me acerco y jamás imaginé ver a la persona que está sentada, era la última persona que esperaba ver ahí. Primero pienso que es una alucinación, después que es alguien muy parecido a él, pero cuando estoy un poco más cerca distingo la única mochila Wilson azul rey con azul cielo que conozco. ¡Es Rod! Comienzo a acercarme para sentarme; no me ha visto.
Aún no llego hasta la puerta, pero voltea a verme. ¡Ay! Me tropiezo y se ríe. Todos voltean a verme mientras recojo mi libro y siento cómo sube toda la sangre a mi cara de vergüenza, sube tan rápido como un auto de carreras a punto de ganar. Lo vuelvo a mirar y sólo me ve de reojo y vuelve a lo que sea que estaba haciendo en su iPhone 6.
Me retracto de mi decisión a sentarme junto a él y me quedo parado junto a la puerta. Aunque hay algo que sigo sin entender ¿Por qué viene en autobús si tiene dinero suficiente para tomar un taxi hasta la escuela? No lo sé y posiblemente tampoco lo sabré jamas.
No falta poco para llegar a la escuela. Me siento tan mierda, debía haberme fijado en ese charco de refresco. Aunque sigo pensando que no debería importarme pues no soy nada en su vida ni siquiera nota mi prescencia.
Ya vamos a llegar, se levanta y se coloca a poco menos de dos pasos de mí. Creo que estoy sudando; se acomoda su cabello negro hacia su típico peinado hacia arriba y se ve ¡tan guapo! Hasta yo mismo sé que me oigo muy afeminado.
Ya llegamos, dejo que pase y veo sus obscuros ojos cafés y que a la luz se aclaran.
Bajamos y voy unos pasos detrás de él, entra en el salón y se sienta en su lugar junto a si novia; yo, me sigo hasta mi lugar pero antes de llegar alguien me empuja y me caigo tirando mi libro. Me levanto y veo que es Alan, un chico poco más alto que yo y corpulento; se comienzan a reír, pero la risa que más escucho es la de él.
Busco mi libro y lo localizo justo bajo sus pies, me acerco y Rod me ve intentando contener su risa; pero justo antes de agarrarlo una mano lo toma y alcanzo a ver mi libro volando hasta llegar a Alan. Maldito Andrés, no tenía porqué aventarlo y lo peor, en el vuelo del libro se salieron todos mis dibujos y hasta el separador. Varios de mis compañeros recojen los dibujos y comienzan a criticarlos, los comentarios van desde "qué joto, muchos corazones" hasta "¿qué tiene de especial un pasillo?"; me dirijo hacia mi asiento y veo cómo los demás se dan un festín de mis dibujos a carcajadas y burlas.
Después de que todos se aburren dejan todo en el piso. Frida no ha llegado y no va llegar, si no está temprano no hay posibilidad de su llegada. Comienza la clase y vemos algunos temas de ecuaciones. La mayoría de los alumnos se pasan hablando en la clase y al terminar esta todos salen al receso, espero a que el profesor se vaya y comienzo a recojer mis hojas repartidas aleatoriamente en el suelo. Reviso que estén todos los dibujos y el separdor; pero falta un dibujo, el de dos "gays" besándose, supongo que alguien lo tomó y lo rompió, así que me olvido de él a pesar de mis mejores y favoritos.
Las clases hoy suelen ser muy ignoradas por casi todos, porque "ya es viernes", ese es él pretexto. Él día se pasa volando y no noto que ya tocaron para salir de la última clase. Se me acercan Rod y su novia y ella me dice:
-¿Qué crees?
-¿Qué?- digo sin mucho interés.
-Lo amo mucho.
Puaj, hasta parece que me restriega en la cara lo que jamas tendré.
-Qué bueno.
-¿A poco no nos vemos muy lindos juntos?
-Ajá.
Y ella le da un beso tan romántico y tan lindo que no lo soporto y me voy. Me dan celos que no deberían, pero no puedo evitarlo.
Me pongo los audífonos y suena "Hello", me encanta esa canción, pero es de las que más me deprimen y es justo lo que está haciendo. Subo al camión y me vuelvo a sentar en mi lugar preferido. Me siento de la mierda, veo a Rod subirse a un taxi pero también noto algo más, está triste y a lo lejos veo a Catalina caminando sola. Diego va con su madre en sentido contrario de mi camión.
Llego a la casa y no hay nadie, veo en la mesa una nota que dice:
Freddy, vamos a llegar tarde, la cena está en el refrigerador. Cómetela por favor.
Eso significa que tengo como cuatro horas para hacer lo que quiera y, después de que lleguen, media más para discutir e intentar dormir.
Tomo mi teléfono y reviso los mensajes de WhatsApp, como siempre, vacío. Entro a Messenger y le envío un mensaje a Diego:
-Dime, ¿qué hago? A la salida lo ví muy triste, me sentí mal por él. Pero no me acerqué por dos situaciones; uno, iba en el camión y dos, sigue sin hablarle.
Tarda cinco minutos en responder, aproximadamente, y contesta:
-No sé, ¿sabes por qué estaba triste? Y no tienes que sentirte mal por él.
-No sé. Se veía súper triste y me daban ganas de ir a consolarlo, jaja.
-Ve y dale amor, es todo tuyo. Jajaja.
-Qué gracioso, ayúdame.
-Pues es que no puedes hacer nada, mínimo no hasta que le hables.
-Lo sé, pero si pudiera lo haría.
-Puedes, mas no quieres.
-Tienes un poco de razón, pero hablarle sería como lacerarme a mí mismo. No podría estar cerca de él si mirarlo como perro al que le traen su comida.
-Jaja, así, idéntico a los perros te ves cuando lo miras.
Y pasamos hablando una hora, eran 9:45 cuando recibo otro mensaje. Era Frida:
-Oye, perdón por no ir hoy, no pude.
-Si no hay problema, ¿estás bien?
-Sí, sólo un pequeño inconveniente.
-¿Segura?
-Sí.
Y es toda nuestra plática, va a salir con sus papás a cenar.
Me paro de la cama y me siento raro, es muy difícil querer ver feliz a la persona que te gusta, aunque sea con otra persona. Creo que ese ha sido de los peores retos en mi vida, eso y contener la mayoría de mis sentimientos y emociones. Me acerco al estéreo y pongo música, "Hurt", Christina Aguilera. Es una canción muy buena, pero muy deprimente.
Ya son las diez, me dirigo hacia el refrigerador y lo abro. Está casi vacío, a excepción de poca verdura, queso, jamón y un toper. Tomo el toper y lo pongo en la mesa. Lo abro y veo su contenido, pollo empanizado, lo meto al microondas y después voy por un tenedor. Suena el microondas y saco el toper de éste, lo vacío en un plato y me lo como tranquilamente mientras Adele canta "When we were young". Termino y lavo mis trastes.
Ya son 10:30, me voy al cuarto y me pongo a leer, ya me falta poco para terminar de leer a Poniatowska, sólo cuarenta páginas. Me paso leyendo un rato hasta finalizar el libro. Me pongo boca arriba y miro al techo, analizo todos los hechos que puedo, acerca del libro, y escucho tranquilamente la música.
S

igo pensando en como tan poca gente por sus intereses puede cambiar el destino y la vida de tantas personas. Y todo esto queda demostrado en los primeros automóviles, iban a ser eléctricos, pero por un tipo que compró muchos pozos petroleros y necesitaba vender el producto, el automóvil se industrializó para utilizar gasolina.
Todo es una mierda, la política, la sociedad, las personas, todo. Y lo peor es que nos dejamos controlar, voluntaria e involuntariamente. Y la poca gente que quiere emerger, es hundida, metafóricamente, por la gente a su alrededor.
Me levanto de mi cama y no recuerdo haberme puesto la pijama; tengo antojo de una crepa. A dos calles de aquí hay un puesto.
Me pongo una sudadera, porque no traigo camisa, y tomo las llaves para salir.
De camino veo a un drogadicto tirado junto a una puerta, un grupo de alcohólicos en el zaguán de una vecindad y una pareja lésbica.
Hay la fila suficiente para hacerme perder el tiempo que me queda de estar solo en la casa.
El local es pequeño, pero siempre está abarrotado de gente. Hago fila y me toca detrás de un chico fornido, nalgón, alto y moreno. Se voltea al notar mi presencia y le pregunto "¿cómo estás?", comenzamos una plática que, al principio, se le hizo incómoda, pero logré que se sintiera con más confianza. Me cuenta acerca de su reciente ruptura con su novia y de lo mal que se siente de haber terminado porque ella lo engañó. También sobre lo raro que siente el no haber podido expresarle todo lo que sentía, quería decirle que la amaba mucho y en pocas ocasiones lo hizo. Es una persona demasiado fuerte por fuera y sensible por dentro. La mayoría de las personas suelen ser así.
Cuando notamos sólo faltan dos personas para que pasemos. Pide su comida y yo la mía; tardan en atendernos, y más porque llevo también para mis papás.
Salgo, pago y me despido con la cabeza del chico al cual ni le pregunté su nombre.
Camino una calle y noto la luz de una patrulla. Están deteniendo a un joven, de veinte años aproximadamente; lo esposan mientras él jalonea con fuerza para deshacerse de sus opresores. Es la segunda vez en lo poco que llevamos del año que lo detienen, pero jamás hay pruebas suficientes y los corruptos de nuestros patrulleros nunca llegan hasta el ministerio público con el detenido, siempre con una buena "mordida" es suficiente.
Llego al edificio y están los dos chicos de siempre bajo la escaleras y hasta acá escucho el ruido de sus besos atascados.
Subo y abro la puerta.
Mis padres han llegado y lo noto por el olor a alcohol que se huele en el aire. Pongo la mesa y ya son la 1:00 a.m., se me pasó el tiempo muy rápido. Salen del cuarto y siento que va a haber una discusión.
-¿Por qué no estabas en la casa cuando llegamos?
-Salí por la cena para que estuviéramos los cuatro juntos.
-No me importa, sabes lo peligroso que es salir a esta hora y más por aquí- dice mi madre y noto que si tomó, es casi imperceptible.
-Pero ustedes casi no me dejan salir y lo hice para que cenáramos todos- digo casi en tono de súplica para no pelear.
-Sabes que no te castigamos, lo único que nos da miedo es que te veas con "alguien"- dice mi papá.
Ya entendí, siguen pensando que me veo con un chico.
-¿Saben qué? Si ustedes no me creen, yo sé lo que hago y creo que va a ser muy difícil que ustedes acepten cómo soy. Y por eso mi papá dice que soy un error.
-No eres un error, mi error fue andar con tu mamá y tenerte fueran de mi matrimonio-dice mi papá y para mí es lo mismo.
-¡Es lo mismo!
-No me levantes la voz, ¿eh?
-¡Pero no dije nada malo!
Me suelta una cachetada.
-Sígueme pegando, si eso va a solucionar las cosas hazlo.
-¡Cállate!
Me volteo y tomo las llaves.
-¡No me dejes hablando solo!
-Ahí está su cena- digo calmado y me salgo corriendo.
Lloro, sigo llorando y corriendo y cuando veo estoy en la puerta de Max. Me ve por la ventana y sale.
-¿Qué quieres?
-Necesito un cigarro...
-Ya tenía mucho que no te veía por aquí- me suelta esbozando una sonrisa en su rostro masacrado por las drogas.
-Dame la cajetilla, ya.
-Uy, tranquilo, toma- y saca de su bolsillo una cajetilla. Siempre trae una nueva para venderla a alguien como yo.
Se la pago y saco un cigarro, lo prendo y lo fumo con ansiedad.
Sigo fumando y fumando, llegan sus "amigos" y ya llevo la mitad de todos los cigarros.
Todos sacan sus churros de marihuana y yo los observo. La mayoría tiene entre 16 y 18, aunque hay uno o dos que han de tener veinte o veintiuno.
Comienzo a ver borroso, no recuerdo haber tomado un churro, pero todo se cae y se mueve.
Camino hacia mi casa, son las cuatro de la mañana.
Ya están dormidos.
Pongo mi ropa a lavar y me doy un baño.
Todo rastro de haber fumado ha desaparecido.
Me voy a la cama y no puedo dormir...

Una persona, Dos CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora