El principio es la parte más confusa

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En realidad nunca se sabe bien como empezar, como empezar a contar eso que no ha terminado y no tienes pensado que la parte del fin sea escrita todavía. Nunca tuve pensado enamorarme y mucho menos depender de alguien para que mi vida tenga sentido alguno. La conocí un día que empezaron las clases en mi colegio, y por fin me creían lo suficientemente maduro como para ponerme justo al lado de su patio, ocho años, nada más y nada menos, es la edad que consideraban oportuna para sentenciarme a un agujero de caída continua. Siempre me había parecido atractiva, pero no sé, sería el estar más cerca de ella lo que haría que la cosa fuera a más. Su hermana María iba en mi curso, ella, Laura, me llevaba 7 años y el día que vino a visitar a su hermana en el nuevo patio, decidí que tendría que ser mía. No fue nada fácil conseguir el máximo contacto con ella que no fuera a través de un muro, la primera opción fue su hermana, ya que "accidentalmente" se caía día tras día y necesitaba a Laura para que la consolara, pero debió darse cuenta de que era yo el que le ponía las zancadillas, le ataba los cordones de un zapato a los del otro, y la asustaba justo cuando iba a bajar el primer escalón de las escaleras, porque un día, así sin más, me tenía miedo, y no se acercaba nunca a mi, y sobretodo porque cada vez que iba a bajar un escalón miraba a todas las direcciones posibles, y se tapaba los oídos por si salía algún grito sorprendente de mi garganta (he de decir que al principio María me lo puso muy fácil, era un poco tonta). Otra opción fue colarme en su patio como uno más, pero fue rápidamente descartada por mi altura. Cuando esa maravillosa navidad me trajo el móvil que tanto deseaba, vi de cerca la oportunidad perfecta. 27 cuentas de instagram, todas con nombres diferentes pero con la misma contraseña, igual que mi móvil, y que mi ordenador, y que mi correo electrónico. Me dió muchísima rabia cuando ví que era una chica tan solicitada, me inquietaba la idea de que no sólo fuera mía, pero poco a poco se acepta, porque al fin y al cabo, lo que merece la pena, siempre tarda en llegar. Cuando quiero algo intento conseguirlo por el máximo de vías posibles y pronto la opción de las cuentas de instagram fue descartada, porque parece ser que los míos, no eran los únicos directs que recibía. Mi amigo Juan fue el paso más largo que pude realizar. La hermana mayor de Juan, Ainara, era la mejor amiga de Laura, y al parecer ella adoraba a su querido hermanito Juan, por lo tanto Laura también lo adoraba, y según mis fuentes de confianza (Juan), Ainara siempre iba a casa de Laura, todos y cada uno de los días. Claramente vi la oportunidad idónea de cerca, desde ese mismo día Juan sería el mejor amigo que tendría nunca y por los jamás de los jamases. 24 de Mayo, ese fue el día que tuve más de cerca a Laura, el día que yo y Juan acompañamos a Ainara a su casa, sinceramente debió inquietarse, porque no pude hacer otra cosa que quedarme embobado todo el maravilloso tiempo que pasé en su casa, y a Ainara debió darle vergüenza, porque ya no quiso llevarnos más a casa de Laura. Al ver que Juan ya no me servía de nada, dejé apagar la llama de nuestra relación como mejores amigos. Para consolarme empecé a sacar "screenshots" a todas las fotos que subía Laura, mi galería era ella, completamente. A veces ampliaba las partes que me interesaban de las fotos y las recortaba, para sentirla más cerca. Me aprendí todos los horarios de sus clases, para coincidir el máximo número de veces posibles con ella, justo a la hora en la que ella salía de gimnasia, yo siempre me hacía daño, tanto daño que necesitaba subir a dirección urgentemente, espero que el señor Xoán no sospechara nada, no era culpa mía que cuando a mi me dolía la cabeza, la barriga, o me cortaba con los folios coincidiera en su clase de lingua galega, casualidades de la vida supongo.

Historias de un acosador prematuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora