Festival

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—¿Cuánto tiempo había transcurrido exactamente desde que el pulpo había aparecido mágicamente en su habitación?, bueno en fin, no es como si aquello le importara demasiado, ¿o quizás sí?, no, bueno ni él no sabía, después de todo se trataba de un simple festival de verano, como cualquier otro, sin embargo, había un cierto factor que hacía desearle asistir a aquel evento, y ese factor tenía nombre y apellido, Shiota Nagisa; que por alguna extraña razón había comenzado a querer pasar mucho más tiempo al lado del peli-azul; se sentía extraño, su corazón comenzaba a palpitar más rápido de lo habitual, incluso, a veces le costaba formular buenas oraciones frente a él, era algo muy incómodo, pero irónicamente se sentía bien a su lado, por lo que finalmente decidió ir.

Korosensei había puesto como condición a todas aquellas personas que asistieran que fueran vestidos con yukatas, o mejor dicho ropa tradicional, lo cual no era más que un simple y odioso fastidio, pero se las arregló vestirse con aquello.

El tiempo pasó volando y la tarde finalmente había llegado, ahora vestido y arreglado era hora de partir al festival, no tardó demasiado en llegar aunque las calles se hallaban terriblemente transcurridas el paseo hasta el punto de encuentro había sido agradable.

Al llegar no tardó en encontrarse con Korosensei y varios de sus compañeros, entre ellos Nagisa, que cuando le vio no puedo evitar formar una pequeña sonrisa en sus labios. ¿Qué tenía de especial Shiota, porqué lograba poner su mundo de cabeza con algo tan simple como su presencia?, era estúpido lo sabía, pero no podía evitar sentirse feliz y algo nervioso con el frente a sus ojos.

—¿Entonces qué podemos hacer?, ¡hay millones de juegos que podemos probar, y tenemos tan poco tiempo!—Kayano fue la primera en romper el silencio, y tenía razón, deseaba conseguir unos varios premios, después de todo una consola más para su colección no sonaba nada mal, además los rumores contaban que los batidos de fresa de aquel festival era deliciosos, por lo que no podía esperar a comprar uno y darle una probada.

Fue entonces cuando su velada en aquel lugar comenzó, Kayano, Nagisa y él tomaron un rumbo al separado de los demás, ¿por qué?, simplemente no lo sabía, pero deseaba estar al lado de Nagisa, y por alguna razón se sentía incómodo dejándole a solas con Kayano, por lo que había decidido no despegarse ni un solo minuto de ambos.

Al cabo de un rato comenzaron a acercarse a todos los puestos que podían desde juegos hasta comida, el festival simplemente lo tenía todo.

—Pero recordemos que lo más importante del festival son los fuegos artificiales—Y Nagisa tenía toda la razón estaba esperando ansioso que llegara rápidamente la hora de los fuegos artificiales, después de todo sería el momento perfecto para decirle aquellos sentimientos que habían estado atormentado su corazón y su mente las últimas semanas al pequeño peli-azul.

Lo tenía todo planeado, alejaría a Kayano y lograría quedarse a solas con Nagisa, ambos se separarían por completo del resto y verían juntos los fuegos artificiales, aquella sonaba como la escena perfecta para confesar sus sentimientos, por lo que debía de apurar el pasó y comenzar con su plan maestro.

—¿Entonces a qué puesto iremos ahora?—Canturreo de lo más feliz la peli-verde mientras entre sus brazos portaba un pequeño oso de peluche que había ganado en uno de los juegos, o bueno más bien que Chiba había terminado regalándole porque tanto él como Hayami habían estado arrasando con todos los puesto de tiro hasta el punto de llevarles a la bancarrota.

—La verdad...estaba pensando en que quizás deberías de ir a ayudar a Isogai, ¿no lo recuerdas?, necesita todos los peces posibles de ese puesto, y después del trauma de Maehara dudo bastante que le ayude—Alargó Karma con cierta malicia, deseaba deshacerse de la peli-verde lo más pronto posible, porque aquellos fuegos artificiales serían el pase a su felicidad.

Un sueño de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora