Volvió.
Cuando menos te lo esperas vuelve.
Era ella, la niña que murió, pero, al mismo tiempo, no era ella. Su imagen no era clara y estaba compuesta de trozos; trozos caídos del espejo hace mucho... Su primera reacción no fue atacarme, sino acercarse; sin embargo, mi vestimenta la rechazó y yo defendí ese pasado.
El pasado ganó la primera guerra al conseguir enemistarnos, cayendo así, más trozos del espejo, cuando yo no quería que se cayeran más.
Ahora somos tres espejos rotos.
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El Espejo de Nosotros Mismos
EspiritualLa escribí por primera vez en el Facebook y, ahora la paso aquí, donde debería estar