7/4/16 • 12:49 a.m.
Los sentimientos parecen algo ajeno a mi ser.
Hace tiempo que no siento algo. No siento nada, ni siquiera vacío. Es como si fuera por la vida sentada en una sillón: tranquila, pero queriendo levantarme; no lo hago...
Te extraño?
Intercambiamos miradas. En los pasillos, en las filas de la cafetería, en los jardines.
Quiero convencerme de que te he superado, pero no lo logro.
No queda ni un solo sentimiento por ti en mi cuerpo, solo recuerdos sin significado; vacíos. Pero de algún modo sigues logrando invadir mi mente, y no entiendo como.
Quiero que las imágenes de ti en mi cabeza se detengan.
Tal vez eso que queda de ti en mi, son las veces que te he visto voltear en mi dirección, es como si no quisieras verme pero no pudieras evitarlo. Esto no provoca que me ilusione, ni mucho menos me causa emoción. Me da un cierta sensación de comodidad y de felicidad, pero también me frustra. Me hace preguntarme ¿Acaso hay un pedazo de mi en ti? Porque ciertamente, mi alma tiene un muy pequeño pedazo de la tuya. Por eso, siempre siento que la presencia de la imagen que creé de ti me hace falta.
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Vives a menos de 2 kilómetros de mi. Tú casa se ve desde lo alto de la mía. No desde mi ventana, pero a veces me gusta mirar en esa dirección, poner mi mano contra el cristal y de alguna forma siento una especie de conexión que es inexplicable.
Tal vez ya no hablemos, pero alguna vez lo hicimos; eso, es lo que de cierta manera forma una unión que no hemos logrado ignorar. No fuimos nada, ni siquiera consideré en llamarte 'amiga' alguna vez, pero tuvimos algo, sea lo que fuese ese algo.